sábado, 31 de mayo de 2008

Capítulo 12



-Omnes natura parit liberos-
(La naturaleza nos crea a todos libres)
(Segunda parte)



Tras observarla un solo segundo estaba seguro de que la puerta del almacén que había sellado era en efecto más resistente que las que separaban las diversas zonas de la fragata, o al menos eso parecía. Después de introducir la clave general de sellado, aquella puerta sólo se abriría si alguien introducía de nuevo la misma clave y oprimía el conmutador lateral.
O tal vez también se abriría a golpes. ¿Cómo podía conocer los límites de aquellas criaturas?
Sin embargo, practicamente en cuanto entró en el almacén su preocupación se alejó de la compuerta, pues de nada valdría quedarse mirando cómo la destrozaban; lo que tenía que hacer era encontrar algunas Unidades de Disparo Automático para que le ayudasen a soportar un embate directo si en efecto (como en realidad él pensaba por seguro) aquellas criaturas lograban derribarla.
Y sin embargo desde que había entrado en el almacén no se había escuchado ni un solo golpe.
¿A qué estaban esperando?
El conmutador que activaba el encendido de la iluminación no daba respuesta, por lo que la oscuridad de la sala era absoluta; ni siquiera las luces de emergencia estaban encendidas, así que tendría que servirse únicamente de su pequeña linterna para encontrar varias agujas en un pajar.
De todas formas recordaba perfectamente la estructuración del almacén general de armamento: una sala cuadrangular de aproximadamente trescientos metros cuadrados cuya propia carga la dividía en cuatro zonas (las zonas de armamento ligero, armamento pesado, armamento de apoyo y municiones), por lo que miró las siglas de las cajas que tenía mas cerca.
-A.P. – Casi escupió las palabras. - Estas cajas son de armamento pesado... entonces según las directrices confederadas de orden de carga las de armamento de apoyo están… al fondo… a la izquierda.
Un golpe, fuerte, rotundo... y otro más. Su mirada se desvió hacia la puerta sin dejar él mismo de dirigirse rápidamente hacia el lugar donde se encontraba el armamento de apoyo.
-Aquí estáis...
La zona de carga del armamento de apoyo se dividía en varios pasillos conformados por la propia distribución del cargamento. Sus ojos recorrieron raudos ya no las siglas de la zona, sino los codificadores de cada caja. Tenía que encontrar esas unidades cuanto antes. Por lo que podía observar también aquí existía una subestructuración. Tenía que buscar ahora las siglas U.D.A. Tres cajas; las vio de inmediato (un enorme golpe de suerte dadas las dimensiones del lugar). Habitualmente cada caja contenía dos unidades de diparo; una vez que las acoplase y fuesen activadas podría con su ayuda llegar a los hangares más cercanos y hacer que varios droides (la zona de carga nueve estaba muy cerca, tal vez habría allí más de uno) lo acompañasen para trasladar cajas de armamento pesado y ligero a la zona de los comedores comunitarios; sus compañeros agradecerían esta aportación... por no hablar de los casi cien civiles que se encontraban bajo su protección.
De repente escuchó; se quedó completamente quieto, agachado como estaba sobre las tres cajas que había depositado en el suelo; y continuó escuchando: Nada. El más absoluto silencio.
Se suponía que tendrían que estar cebándose con la puerta del almacén... que tal vez a estas alturas estaría ya derribada... pero nada.
De repente ni el más leve ruido.
Sin dejar de manipular los contenedores de las Unidades de Disparo Automático su mente comenzó a repasar otras posibles vías de acceso al almacén; como el sistema de renovación de aire, por ejemplo (con conductos demasiado pequeños, creía recordar, como para temer un supuesto ataque), o los conductos de suministro de energía que él mismo había utilizado poco antes (que, como acabó recordando, no poseía el almacén). La compuerta era el único acceso.
Las tres arcas estaban ya abiertas, por fin.
Las U.D.A. se habían desarrollado por primera vez en el año tresmil setecientos cincuenta y uno y se habían utilizado con enorme éxito en las ocho campañas de urbanización de un planeta fronterizo a los límites (por entonces) de la Corporación, antes de la disgregación y posterior guerra civil. Actualmente su estética y sus funciones (y por supuesto sus posibilidades) habían variado considerablemente con respecto a aquellas ahora obsoletas primeras unidades: Podían servir en la actualidad para la defensa de perímetro y defensa y/o ataque personalizados, rastreo por movimiento y por diversos sensores de visualización, estrategias automatizadas dependientes de la situación afrontada... es decir: podían ser prácticamente autónomas según las misiones encomendadas; y esta iba a ser muy sencilla para ellas, en realidad.
Lo primero que hizo fue incorporar a la parte principal (o torso, negro como la carbonita, de forma esférica ligeramente aplastada por los extremos superior e inferior y con dos gruesos cañones en la parte delantera) las piezas de movimiento (una suerte de ocho finas patas que permitían un rango de movilidad casi total), y una vez montadas activó el sistema pasivo de funcionamiento. Este era el momento preciso que requería de la introducción de datos necesarios para la operatividad; no le hizo falta mucho tiempo para programarlas: Defensa personalizada (protegerían el perímetro del soldado como máxima prioridad) y seguimiento continuo (nunca se separarían de el). Acopló finalmente las pequeñas células de energía, llenó sus depósitos de municiones y cargó a su propia espalda varios cargadores de reserva a mayores.
Y las activó.
Un leve zumbido comenzó a emerger de todas ellas mientras se incorporaban (apenas llegaban al metro y medio de altura) y realizaban un reconocimiento de la zona. Al principio se movieron inquietas (todavía le parecía increíble como el ser humano continuaba acuñando términos de personalidad para las máquinas) sobre sus ligeras patas metálicas, y al momento comenzaron la función de reconocimiento del soldado; Era curioso observar cómo se acercaban a él y (con un inocuo pinchazo en la yema del dedo índice) extraían una gota de sangre para completar la identificación y la posterior misión de seguimiento.
-Y ahora pequeñas, servíos de esto: – Dijo entre susurros. – Este es nuestro enemigo.
Y les proporcionó una pequeña muestra de la sangre de las criaturas. Con aquella información adicional los objetivos quedaban perfectamente encuadrados en la base de datos de las Unidades de Disparo. Al instante éstas se colocaron en círculo rodeando al soldado y lo siguieron hasta la zona de munición; todavía tenía que coger la máxima cantidad posible de cargadores para su rifle Gambler y también baterías de repuesto para la V-Brückle.
Más tarde, cuando regresase con los droides de carga, cogería munición para sus compañeros. Sólo confiaba en no llegar demasiado tarde.

domingo, 25 de mayo de 2008

Capítulo 11



-Honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere-
(Vivir honradamente, no perjudicar a los demás y dar a cada uno lo suyo)
(Primera parte)



Durante dos días seguidos Odded y el sistema central de su habitáculo (el clasificado como número 348-1023 del bloque urbanita sistematizado del que tan orgulloso debería sentirse en teoría) estuvieron revisando apenas sin descanso todo aquello que Central advertía como necesario y sobre todo imprescindible para una positiva existencia de Odded en la importante ciudad de Oeveey (capital del planeta Toram), en la cual se podían encontrar, por ejemplo, la sede principal de la más importante empresa confederada dedicada a la investigación y el desarrollo funcional de los tanques de compensación neuronal (cuyo nombre apenas había podido mantener Odded en su memoria), o el edificio central de reunión confederada, utilizado para la discusión de temas relacionados con la problemática que suponía cada nuevo planeta descubierto y colonizado, su anexión a la Confederación, imposiciones comerciales, distribución empresarial y política del mismo... etc;
Al parecer, aproximadamente cada tres meses, los más altos dirigentes de las más importantes empresas confederadas se encontraban en dicho edificio de la zona política con los embajadores de los planetas aliados de la Confederación y representantes políticos de todos y cada uno de los sistemas confederados. Aquellas reuniones, según relataba Central, solían durar varios días, incluso semanas (habiendo destacado en la historia más reciente la reunión celebrada hacía veinticinco años, propuesta para solucionar el relevante asunto de la anexión de todo el territorio alquiliano conquistado al dominio corporativista; la reunión había durado exactamente un mes y doce días hasta que se llegaron por fin a concluir los fundamentos de la anexión), tiempo en el cual las medidas de seguridad se extremaban en Oeveey: básicamente, los estratos sociales inferiores eran eximidos de su obligación laboral y confinados en sus zonas o bloques urbanitas; podían salir, al parecer, de sus habitáculos (por completo carentes de sistematización alguna, únicamente la más básica) pero no de los bloques que habitaban; sin embargo casi nunca salían de ellos en circunstancias normales pues, en realidad… ¿A dónde podrían ir? ¿Qué harían? La zona comercial era demasiado cara, y la de ocio realmente exclusiva.
Por otra parte las mismas clases bajas de la sociedad se veían instadas a utilizar los tanques de compensación neuronal cuatro veces al día en lugar de las dos habituales. En cuanto al individuo urbanita medio, las únicas imposiciones se veían reducidas al aumento del uso de los tanques, de una ocasión al día a dos, mientras durasen las tan importantes y decisivas reuniones.
Las clases más privilegiadas de Oeveey quedaban absolutamente exentas de tales restricciones.
La Confederación era muy estricta en cuanto al control de todos y cada uno de los integrantes de la basta sociedad que la conformaba, y uno de los elementos imprescindibles para todo ciudadano era el periférico de comunicaciones; en él se retenía y almacenaba absolutamente toda la información del propietario: datos personales (por supuesto raza y origen), créditos disponibles, ocupación laboral por completo definida, historial general estratificado, procedencia generacional... además de servir de pequeña base de datos para la comodidad del usuario y centenares de posibilidades y servicios a mayores. Todo lo que Odded podía imaginar sobre los periféricos ya había sido imaginado con anterioridad.
-Cielo, llevo casi tres días escuchándote. ¿Te falta mucho para terminar? No creo poder aguantar mucho más.
-Todavía no hemos terminado, Odded. – Era la cuarta vez que Central había dicho aquellas palabras en las últimas ocho o nueve horas. – Todavía falta una gran cantidad de información que deberías asimilar.
-Pues ya basta. – Odded estaba caminando a lo largo y ancho del habitáculo, impaciente por salir de allí. – Te recomiendo que... - ¿Cómo podría decirlo? - ...que filtres toda aquella información que no sea de máxima importancia para que yo pueda salir por esa puerta y pasear tranquilamente por donde quiera hacerlo con más libertad que aquí ¿De acuerdo?
-Está bien, Odded. En ese caso deberías proporcionarle a la Confederación una serie de información con la que completar tu historial. La base de datos de tu periférico está incompleta.
-¿Incompleta? ¿Es absolutamente necesario Cielo?
-La Confederación permite el transcurso de un plazo de dos meses para la actualización de la información de los casos especiales, y tú eres uno de esos casos.
-¿Yo? – Tal vez a los Protectores se les hubiera escapado algún maldito detalle - ¿A qué datos te refieres? – Lo único y realmente cierto en aquellos momentos era que Odded no estaba para nada tranquilo.
-Tu ocupación laboral, Odded. Tu periférico informa de la ausencia de una ocupación actual.
Vaya; era eso; lo había olvidado por completo: todos los ciudadanos pertenecientes a la Confederción estaban obligados a desempeñar un trabajo. ¿Qué le habían dicho los Protectores acerca de su ocupación laboral? ¿Cómo se le llamaba en aquel tiempo a aquello que en teoría realizaba? Por mucho que se esforzase no podía recordarlo; cuando se lo comunicaron estaba prácticamente ausente de sí mismo, no presente, sólo consciente en parte después de aquel casi eterno período de autoaislamiento. Pero... ¡Mierda! No no no no no... ¡Maldita sea! ¿Cómo se había podido olvidar de aquello? ¡Merecía que los mismos Protectores lo encerrasen de por vida por su total incompetencia! ¡Y ahora lo recordaba!... ¡Pues bienvenido el impuntual e inservible recuerdo! Odded intentaba por todos los medios mantener la calma y pensar con claridad... ¿Dónde lo había guardado?
-Escucha Cielo... ehmm... quiero que... veamos; quiero que me digas la información que falta en mi base de datos.
-De acuerdo, Odded. Prácticamente el registro de vida en su totalidad: Ocupación laboral incompleta; antecedentes generacionales frgmentados; Historial general de existencia incompleto; referencias...
-Vale, vale... esto... - ¿¡En qué jodido lugar estaban sus cosas!? – Ya recuerdo lo que tengo que hacer... Escucha Cielo, ¿Me equivoco demasiado si creo que puedes desconectarte durante algún tiempo?
-No te equivocas, Odded. El período de desconexión permitido es de cinco minutos.
-Bien bien. ¿Dónde están mis cosas?... me refiero a las pertenencias con las que llegué. Ya sabes... el continente metálico de... un recipiente... ¡Joder, una maleta de metal!
Mientras Central informaba de la posición del objeto en cuestión, Odded ordenaba la necesaria desconexión que le permitiría hacer lo que debía haber hecho en el momento de su llegada, hacía tal vez ya demasiado tiempo, tanto le habían advertido sobre no levantar ninguna sospecha.
Abrió la maleta, y entre sus pertenencias encontró lo que buscaba; poco a poco iba recordando lo que le habían dicho en aquel lugar en el que había despertado. Conectó una serie de cables del periférico de comunicaciones en las entradas de aquel pequeño aparato cobrizo y leyó las indicaciones que aparecieron en la ínfima pantalla nada más activarlo. ¡Pensar que había estado allí todo este tiempo! En cuanto hubo acabado se dirigió hacia la pared, donde estaba una de las pantallas generales de comunicación del habitáculo; tal como le habían dicho ésta se encendería a pesar de la desactivación del sistema central en cuanto el primero de los cables fuese insertado; así fue. Odded acabó de conectar los cables en sus entradas correspondientes y oprimió el botón azul del transmisor, o lo que fuese aquello que tenía entre las manos. La pantalla del aparato cambió de color y Odded esperó. Tres minutos. El color volvió a cambiar y Odded siguió esperando. Un minuto. ¡Por Dios que no podría soportar aquella tensión mucho más! ¿Qué pasaría si el sistema se conectaba de repente? ¿Qué sucedería si...
La pequeña pantalla informaba: proceso terminado. Sin perder un solo instante desconectó los cables y lo introdujo todo en una pequeña caja metálica que le habían proporcionado. Rápido. En cuanto la selló, un diminuto piloto de luz se encendió; rojo. Al instante un sordo y continuado sonido casi inapreciable, y la luz cambió a verde. ¿Y ahora? ¿Se deshacía de la caja o la guardaba con el resto de sus cosas? Daría lo que fuese por recordar qué le habían sugerido al respecto... Optó por lo último; la guardaría en el compartimento secreto de la maleta metálica y ya pensaría qué hacer con ella. El sistema central reanudó la comunicación; todo volvió a su anterior orden. Únicamente quedaba una duda por resolver.
-¿Cielo?
-Dime, Odded.
-Quiero que me informes sobre los datos que faltan en mi historial.
-De acuerdo, Odded.
-...
-Tu historial es completo.
-¿Podrías hacer un resumen, Cielo?
-Por supuesto.
-...
-Tu petición ha sido realizada. ¿Deseas descargarlo a tu periférico de comunicaciones?
-No. Querría… Preferiría escucharlo. Adelante, léemelo, por favor.
-Por supuesto. Nombre: Odded Tyral. Raza: Humano. Lugar de nacimiento: Planeta Epneey – Colonia Surye. Residencia actual: Oeveey - Torre tres – Nivel dos mil cuarenta y siete – Habitáculo ochocientos veinticuatro. Fecha de nacimiento: Doce nueve tres mil setecientos ochenta y seis. Edad: treinta y siete. Ocupación: Instructor Educacional de Historia Clásica de la raza humana. Zona: Política Oeveey - Universidad Central de Toram. Inicio de contrato: Uno diez tres mil ochocientos veinticuatro. Remuneración en contrato: tres mil doscientos veintiocho Créditos semanales. Tipología de contrato: indefinido.
Odded miró la pequeña pantalla de su periférico. Estaban apenas a veinticuatro días de la fecha de inicio de contrato.
-Perfecto. – Gracias a los dioses todo parecía haberse resuelto. – Nos vamos de paseo; los dos.
Siguiendo las indicaciones de Central, Odded extrajo una pequeña plataforma (la plataforma principal del sistema central asignado a su habitáculo) y la instaló en una especie de diminuta mochila que llevaría a sus espaldas mientras durase la pequeña incursión que tenía pensado realizar aquel mismo día. Conectó varias de las salidas de su periférico de comunicaciones a las entradas correspondientes del portasistemas de su espalda, y Central activó la unidad personal de sonido, explicándole a Odded que, al no poseer él una bioconexión en su cuerpo, reduciría el volumen del sistema al mínimo posible; Según esto sólo Odded escucharía aquello que Central le comunicase a través de un transmisor auricular.
Únicamente restaba solucionar el problema del transporte, cuestión que central estaba planteando mientras Odded se acercaba a uno de los miradores de material transparente de su espacio privado; aquello le parecía realmente increíble; la altura a la que se encontraba su habitáculo no le permitía en absoluto ver nada más que no fuera la intensísima circulación de vehículos aéreos ocupando casi todo el espacio que Odded podía apreciar en un principio. ¿Y él quería salir ahí fuera?
-Odded; ¿Realizo la transferencia?
-... Eh... ¿Qué? - La voz de central ya sonaba únicamente en el interior de su oído, por lo que podría por fin hablar con ella sin mirar continuamente de manera estúpida a un lugar indefinido del techo.
-Tendrás un vehículo dentro de dos minutos veinte segundos en la salida doce del bloque si realizo la transferencia ahora mismo.
-No, no. Mejor no. Iremos a pié. – No creía poder soportar un viaje de aquellas características de momento; prefería caminar tranquilamente e ir habituándose poco a poco a Oeveey mientras que Central le informase de por donde y hacia donde podría dirigirse.
-Eso supondrá descender hasta el primer nivel del bloque, Odded. ¿Estás seguro?
-¿Por qué lo dices Cielo?
-Por tu seguridad, Odded. Dicho nivel está ocupado por los estratos sociales inferiores; para el caso que planteas las ordenanzas de la Confederación recomiendan la separación entre integrantes de estratos sociales distintos.
-No es prohibición, ¿Cierto? Es una recomendación. - Odded ya estaba frente a la puerta de su habitáculo accionando el pulsador de apertura.
-Cierto, Odded.
-Pues olvidémonos de la recomendación.
Odded tardó exactamente cuarenta minutos y treinta y dos segundos en alcanzar la salida treinta y ocho del bloque, después de atravesar lo que más tarde acuñaría como un laberíntico y único mundo de pasillos, elevadores interiores y exteriores, compuertas de separación entre niveles... Las medidas de seguridad eran apreciablemente aumentadas a medida que se descendía y la cantidad de controles que tuvo que atravesar indicaba sin duda la “recomendación” confederada. Según Central (quien se ocupó de aportar explicaciones y datos requeridos en aquellos controles) apenas nadie utilizaba el paso de los bloques para dirigirse hacia los estratos inferiores... en fin, casi nadie se dirigía a los estratos inferiores, lo cual hacía realmente peculiar que un civil perteneciente a la clase media desease descender hacia aquellos lugares tan mínimamente sistematizados.
De todas formas, Odded experimentaba una curiosa mezcla de nerviosismo y ansia al comprobarse ante la última de las puertas que debía atravesar para salir al exterior y poder caminar; pues sólo haría eso: Caminar por tierra firme. Con la compañía de Central aprendería lo necesario para poder desenvolverse con cierta soltura en aquellos lugares.
Último control. Uno de los integrantes de alguna de las muchas unidades convencionales de seguridad existentes a lo largo del bloque urbanita le permitió el paso y le abrió la compuerta. Odded salió al instante para encontrarse ante un paisaje completamente distinto al que hasta ahora había conocido desde la altura de su habitáculo, mientras Central reiniciaba sus consejos y explicaciones.
Durante las aproximadamente tres horas que siguieron a la salida del bloque, Odded deambuló por las calles de Oeveey escuchando pacientemente a Central.
A su paso encontraba pequeñas sucursales de mayores empresas, negocios instaurados según las necesidades de las zonas correspondientes, vehículos de tierra, locales sociales, controles de seguridad externa, centros de información confederada... y apenas ningún viandante cruzándose en su camino.
-Cielo, ¿Dónde está todo el mundo? ¿Nadie va a pié a ningún sitio?
-La mayoría se encuentra desempeñando sus ocupaciones laborales, Odded, y hoy en día todo individuo dispone de al menos tres vehículos de tierra y un vehículo aéreo.
-¿Nadie pasea?
-No, Odded. No disponen apenas de tiempo. Según la información de que dispongo dicho tiempo libre se utiliza para reuniones en locales sociales. Los integrantes que disponen del tiempo necesario para pasear pertenecen a los estratos medio y superior; en todo caso prefieren hacerlo en las salas holográficas destinadas para tal efecto, y ni siquiera habitualmente. No entiendo todavía la razón de tus deseos de estar aquí, Odded.
-No tienes que entenderlo. - ¿Sería aquello que veía en la esquina un “local de reuniones”? - ¿Qué es aquello Cielo? – Preguntó señalando.
-Un local social, Odded.
-Me gustaría entrar... ¿Alguna recomendación?
-Si, Odded. Existen sustancias peligrosas para la ingestión. Debilidades de los seres humanos frente a ciertos componentes que no afectan a la mayoría de las razas confederadas. Permíteme aconsejarte sobre el tipo de bebida que desees probar.
-De acuerdo, Cielo. Pero entremos ya. ¿Está activo el traductor?
-Si, Odded. Pero permíteme advertirte una cosa más: La mayoría de compuertas de este nivel poseen un sistema de apertura obsoleto, completamente distinto al utilizado en la actualidad. Debes asir el accesorio con forma de palanca, girarlo y empujar o...
-Lo sé Cielo – Interrumpió.
Y Odded abrió la puerta del local como tantas otras veces hizo en otros tiempos y lugares.