domingo, 15 de junio de 2008

Capítulo 14



-Adhuc sub judice lis est-
(La cuestión no está resuelta todavía)
(Primera parte)




-¡Qué desastre! – Los cazas de Svarski, Sánchez y Jameson regresaban a la base más cercana. - ¡No entiendo cómo pudo haber sucedido!
-No hay nada que entender, León. No estábamos preparados para esta confrontación, y el Capitán Zagarts no estuvo a la altura. Por no hablar del tremendo error de los Servicios de Información de la Confederación. Imagino que se darán explicaciones al respecto.
-Sánchez ¿Cómo puedes?... ¡El Capitán actuó según mandan las directrices confederadas en todo momento! Está más que claro que la Confederación no hizo bien su trabajo, pero también estoy seguro que los del carguero… no se… que los del carguero conocen los preceptos confederados para contrarrestar las teorías…
-¡Vasta ya, Svarski! Escuchad los dos: - Sánchez parecía haber tomado el mando momentáneo de lo que quedaba del escuadrón. - Sólo se que acabamos de perder contacto con el capitán, y de Szerga no se sabe nada desde que nos separamos. Jameson, tú continua hasta la base de Tando, es la más cercana; no te guíes por los sensores; los míos parecen haberse vuelto locos e imagino que a los vuestros les estará pasando lo mismo. Y León, tú intenta localizar al segundo escuadrón mientras yo regreso para ayudar al Capitán, seguir al carguero e informar de sus movimientos. Ya veremos más tarde cómo afrontará la Conf…
Aquellas fueron las últimas palabras de Dogar Sánchez antes de que su caza literalmente se volatilizara. El ataque había sido tan repentino que ninguno de los tres experimentados pilotos había siquiera advertido que algo iba mal. Jameson esquivó como pudo tres ráfagas lanzadas desde quien sabe dónde, mientras Svarski se las arreglaba como podía esquivando los restos de la nave de su compañero, al tiempo que intentaba ponerse en contacto con los mandos confederados del escuadrón que integraba. ¿De dónde habían llegado aquellos ataques?
-León, no puedo ponerme en contacto con el Capitán; intenta colocarte delante de mí. Mis sensores tampoco funcionan ¿Ves algo?
-¡Olvídate de los sensores! – La voz de Svarski tal vez había sonado algo más trémula de lo habitual - ¡Están a nuestra izquierda!
Aproximadamente unos veinte cazas de extrañas características se acercaban desde la posición que había indicado el piloto. Nunca antes habían visto unas naves de tales características, ni en los documentos de estudio, ni en las prácticas, ni en las misiones que habían desarrollado hasta el momento… Eran alargados… angulosos… y parecían demasiado pequeños como para que hubiese un piloto en su interior; y sin embargo, a pesar de la enorme diferencia de tamaño, su potencia de ataque era sensiblemente superior a los cazas convencionales de la Confederación. Y eran rápidos; muy rápidos. ¿Cazas corporativos? ¿Mercenarios? Lo que estaba claro era que tenían mucho que ver con el carguero modificado que casi les había destruido; esto no era más que la guinda del pastel.
Tras un perfecto y ràpido movimiento de rotación de su nave Svarski logró asombrosamente derribar dos de los cazas enemigos que estaban más cerca de su posición.
-¡Jameson! ¿Me recibes? – El caza de León estaba sensiblemente por delante del de su compañero - ¿Me recibes?
Casi los tenían encima. Las naves de Jameson y Svarski lograron evitar una nueva ráfaga de disparos, pero se habían visto obligados a separarse y apartarse de la ruta de escape que les llevaría hasta la base más cercana; quedaba claro quienes se estaban encargando de dirigir por completo la batalla.
Los dos pilotos confederados se dirigían ahora, de nuevo y si otra opción posible, hacia la última posición conocida del carguero Clase Ghurag.
Los cazas Tkarhlas300 poseían uno de los más fiables sistemas de comunicaciones de toda la galaxia y sin embargo, desde el mismo momento en que aquellas naves habían sido avistadas, ningún sensor ni puerto de comunicaciones de las naves funcionaba. Estaban completamente aislados y tenía que ser por causa de algún tipo de anulador. Si así era, la anulación era producto de la cercanía de las naves atacantes o… o tal vez podría ser una infiltración en la configuración de los Tkarhlas; si la suposición del anulador era acertada, se trataba casi con toda seguridad de la proximidad, y no de algún tipo de infiltración de datos (imposible tan rápido y eficaz; absolutamente imposible) lo que había provocado la ausencia de las comunicaciones.
Para empezar tenían que poner aire de por medio y separarse del grupo de los atacantes para acercarse entre ellos con el fin de restablecer las comunicaciones entre sus cazas.
-¿Me recibes? ¡Contesta! – Svarski intentó obtener confirmación visual de la posición del caza de su compañero. – Jameson… ¿Sigues ahí?
Apenas se podía escuchar nada por el comunicador tal era el ruido de estática; las pocas y entrecortadas palabras de Jameson que se lograban percibir entre el intenso ruido de las comunicaciones dejaron a Svarski completamente helado. Le habían contado historias sobre pilotos que se desmoronaban en situaciones como aquella; que comenzaban a llorar como críos en plena batalla, llamando a su madre o jurando que serían buenos y no les tirarían del pelo a sus hermanas pequeñas. La voz de su compañero le angustiaba, le oprimía… no quería escucharla; aquella voz le recordaba que no podía ayudarle, que no sabía cómo hacerlo; que ambos estarían muertos en cuestión de segundos, y sólo quería que se callase de una vez ¡Que dejase de gritar!... ¡Deja de gritar!... ¡¡DEJA DE GRITAR!!...
León desconectó el comunicador de su caza y aumentó la velocidad al máximo. Sólo deseaba que Jameson pudiese seguirlo; solamente podía (quería) desear que su compañero pudiese escapar de aquella situación por sus propios medios. Jameson era buen piloto; de los mejores. Podía lograrlo. Pero tanto si lo lograba como si no, León debería, al menos, presenciarlo. En seguida comenzó a buscar a su compañero en el horizonte a sus espaldas.
Pero el caza de Jatek Jameson, situado a unos cuatro kilómetros por detrás de la nave de Svarski, apenas podía continuar manteniendo la distancia con los atacantes. Pronto fue alcanzado de lleno en el motor lateral derecho y al momento se convirtió en una inmensa bola de fuego, despedazada en su mayor parte, dejando una estela de trozos de varios metales, vidrio… y carne…
Al poco alcanzaron su posición (¿¡Cómo podían ser tan rápidos!?) y comenzaron a reordenarse en el aire. La formación que habían adoptado fue enseguida reconocida por el joven León: Formación de ataque Kristaliana número doce; utilizada por vez primera en las guerras fronterizas del sector sur en el año tres mil quinientos cincuenta y dos; aquella táctica de combate aéreo ocupaba cinco temas enteros en el manual de pilotaje confederado, y según la teoría sólo podía ser anulada por una unidad de combate confederada con la táctica de defensa drémone catorce, en una relación mínima de trece a uno a su favor.
-Perros kristallos, ahora no cabe duda. - Susurró León. - Aquí acaba todo, porque no hay nada que pueda hacer…
En cierto modo le resultó verdaderamente extraño ser totalmente consciente de lo que sucedía… Llegar a darse cuenta de… de cómo iba a ser su final… y más lo fue, en realidad, entender de qué forma reaccionó.
León Svarski sintió calma y paz, tranquilidad. No dejaba nada por hacer, y no había nadie de quien despedirse. Sólo que… todavía podría… Si; sin duda tenía que intentarlo por última vez; con un poco de suerte moriría con una sonrisa en los labios.
Intentó una maniobra evasiva; una que nunca conseguía realizar con éxito en los simuladores por mucho que se esforzase, por mucho que practicase… o por muy bueno que fuese. Una prueba de los entrenamientos que ningún piloto de la confederación había superado jamás.Ni el mejor.

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