domingo, 20 de abril de 2008

Capítulo 6



-Rem tene, verba sequentur-
(Domina el asunto del que hablas y las palabras fluirán sin dificultad)



Diez minutos más; sólo esperaría diez minutos más. Si Boreazan no cruzaba el umbral de entrada del inmundo y apestoso local en el que se encontraba, recogería su ligero equipo y saldría de allí.

La elección del lugar había sido idea de Boreazan, quien parecía tener una especie de indescriptible don para escoger los peores sitios de la capital, y ya no era la primera vez que se citaban para hablar sin límite de tiempo acerca de lo que de verdad les preocupaba y mantenía despiertas sus agudas mentes. Aquel joven e impuntual veridai era sin duda su mejor alumno; “der lieblingsschüler”, como solía denominarle con afecto en aquella lengua ya casi por completo olvidada. Su interés por los temas que a él mismo le interesaban había tenido a bien en producir una pareja pensante que ya captaba la atención de las sedes educacionales más importantes del espacio confederado; últimamente las ofertas no cesaban de inundarles; a ambos, pues a pesar de llevar a sus espaldas sesenta y cuatro años practicando con rigor el buen arte de compartir el conocimiento, el estatus de iniciado de su alumno no parecía amedrentar en modo alguno a las grandes instituciones que veían en él a un genio en potencia. Sin embargo profesor y alumno habían decidido que las cosas siguiesen como hasta ahora; No aceptarían conjuntamente ni por separado ninguna proposición por importante que ésta fuese y continuarían con sus interminables tertulias de las cuales extraerían el revelador material que posteriormente habrían de compartir con el resto de integrantes del universo conocido... con permiso de la Confederación, por supuesto. Todo el mundo sabía que sin la aprobación de los estratos correspondientes nada tenía salida alguna, a no ser, claro está, que el sujeto en cuestión lograse el “cambio de residencia” a zona corporativa. Esto, según él, era semejante a evitar ágilmente a un enemigo para encontrarse de frente con otro más temible todavía. Bien sabía él que no comulgaba con la mayoría de ordenanzas de la Confederación, pero la Corporación... la Corporación poseía un sistema de control de ciudadanía completamente distinto al de la Confederación; se rumoreaban verdaderas atrocidades sobre la masiva producción y habitual utilización de seccionadores neuronales destinados a marcar el correcto camino que debería seguir el personal civil, y esos mismos rumores, aunque nadie lo sospechase, él mismo podía confirmarlos; ¿Seccionadores neuronales? ¡Locos! ¡Insensatos! ¡No sabían nada ni llegarían a aprenderlo jamás! ¡El único que tenía verdadera potestad para dañar impunemente a los demás era...
-¿Profesor? – La voz de Boreazan y el terrible estruendo que provocó al sentarse le devolvieron de nuevo al ambiente del local en el que se encontraba esperando a su gran alumno. – Siento el retraso Profesor, pero tuve un breve enfrentamiento verbal con un slog al que no pareció sentarle muy bien cierta frase que le grité desde mi Leak.
-... el que...
-¿Le pasa algo Profesor? – Cada vez más a menudo la mente del profesor parecía dispersarse y dejar de prestar una atención ni siquiera mínima a todo lo que le rodeaba. Boreazan, a pesar de llevar varios meses preocupado, había decidido no sacar el tema por el momento. - ¿Se encuentra bien?
-Sí, sí; no te preocupes mi estirado y verde amigo. – Respondió un cada vez menos distraído profesor. - Estaba ensimismado con unos asuntos... pero ¿He escuchado bien? ¿Una triste y convencional Leak?
-¡Pues sí, una Leak! De sobra sabe que necesitaba urgentemente un vehículo después de lo que le sucedió al anterior. La obtuve en propiedad esta misma tarde... ¡Beberé lo mismo que él! – Dijo de repente señalando efusivamente al profesor. El camarero se había acercado a la mesa (al menos todo lo que Boreazan le había permitido con su pronta petición; esto es: no mucho) con cara de pocos amigos, como siempre, aunque Boreazan estaba cada día más seguro de que aquella era la única cara que tenía. En fin; problemas de ser un plovblos con dos pseudópodos más de lo normal, un óculo de menos y un color de piel ennegrecido sin duda por el ambiente.
-Hace doce minutos y medio me había planteado seriamente salir de este local pasados diez... - Dijo el profesor - Y ya ves; aquí sigo. Tengo demasiadas ganas de responder a la cuestión que planteaste ayer como para dejar pasar una oportunidad como esta. ¿Estás listo?
-Comencemos.
-¡Comencemos!... Aunque errónea forma he utilizado en esta ocasión, pues debería afirmar “comenzaré”: Tu pregunta se responde por medio de otra pregunta; ésa es la solución.
-Creo que no entiendo...
-¡Por favor, concéntrate! Tus planteamientos pasados provocaron dudas y un profundo pesar en mi interior, al llegar casi a aceptar que no encontraría jamás la solución al acertijo retórico que lograste sonsacar a tu alma y planteaste en una mesa similar a ésta en la que nos encontramos pero ubicada en distinto local todavía más inmundo.
-¡Respire profesor! – La histriónica y sincera risa con la que estalló Boreazan (además de llamar considerablemente la atención a su alrededor) provocó más de un gruñido de más de una criatura en más de una esquina del local social.
-¿Qué es lo que te hace tanta gracia saltamontes parlante? – El profesor parecía indignado de verdad, aunque a su manera, por supuesto; pronto se le olvidaría.
-¡Lo siento... no era mi intención! Continúe, se lo ruego... (Risas contenidas)
-Bien; la verdad es que no sé qué hago perdiendo el tiempo contigo si no estás dispuesto a escucharme…
-¡Le repito que lo siento profesor! – A duras penas podía aparentar seriedad – No volverá a pasar. De verdad que me interesa lo que...
-Ya basta; veamos... ¿Por donde iba?... Sí, la solución a tu pregunta es otra pregunta; algo tan sencillo y que tantas veces habíamos hablado; creí volverme loco buscando el planteamiento adecuado que respondiese con seguridad y sin demagógicas vías de escape, y que por supuesto rivalizase con los fundamentos de los que habías hecho uso (y que por cierto sé ya de donde has extraído, aunque modificados y mejorados, por supuesto); pero como pronto comprobarás, lo he hallado.
-Adelante, profesor.
-Bien, esta es mi “respuesta”: ¿En qué crees que consiste la forma de la autonegación?
-Para empezar, la autonegación no tiene forma. – Fue todo lo que su alumno respondió, tal vez con algo de superioridad.
-De acuerdo; veo que conoces las teorías de Venter, más yo te demostraré que se equivocaba, y de paso, anularé tus supuestos. Prosigo con otra pregunta: ¿Qué consecuencias crees que puede conllevar el hecho de desear profundamente una o varias cosas o personas si finalmente uno mismo crea de la nada y debido a su orgullo o autoestima una barrera consistente e infranqueable que acarrea la terrible consecuencia de no querer lo que realmente se autoproclama como completo deseo absolutamente necesario? – A Boreazan le preocupaba seriamente que en algún momento el profesor sufriese una insuficiencia respiratoria.
-¿Se supone que debo responder a eso?
-Por supuesto que no; continúo: Es muy posible que estos deseos, o más bien, estos sentimientos se vean ligados a aquellas personas que esgriman un carácter fuertemente marcado por el que se definirían como individuos ególatra-victimistas. La personalidad de estos mismos individuos se ve también definida por una constante variabilidad, tanto interna como externa, intentando de este camaleónico modo instituir una personalidad conformada por lo que ellos ven importante o interesante en las personalidades de otros seres. Así piensan hacerse fuertes para presentarse con más seguridad ante los problemas que individualmente creen que en su primigenio estado no podrían afrontar. El ejemplo más claro lo tenemos hoy en día en la raza aifarga.
-Devoran al enemigo…
-Exactamente; el mito de ingerir la carne del antagonista para así absorber también la fuerza que les convertía en rivales y no poder ser vencidos a partir de ese momento por otro como ellos, se ve entonces, si no personificado, de alguna forma sí expresado. Concluyendo… aunque prematuramente: la personalidad (completamente falsa, pero aparentemente real) de estas personas es una amalgama de puntos fuertes extraídos de las distintas personalidades de otras personas, pero que al ser separadas de su medio natural (aquel para el cual están ya previamente conformados), por sí solos no pueden ser considerados realmente poseedores de facultades competentes; una personalidad entonces ajustada por innumerables puntos fuertes no constituiría por sí misma la personalidad más desarrollada o idónea.
-Creo que sé cómo va a tratar el tema, Profesor, y creo también que esta noche va a ser muy larga – Boreazan se acomodó en su soporte y pidió con la mirada que el profesor continuase su monólogo; ya habría tiempo de convertirlo en conversación.

1 comentario:

  1. De momento lo que tengo claro es que me gusta cómo está escrito.Tiene la misma estructura que algunas películas en las q te presntan a los personajes por separado sin saber qué van a tener entre ellos. Se usa mucho en el sustense, engancha. Además cuando se juntan los personajes resulta que el espectador/lector ya sabe mucho de ellos y está demasiado metido en la acción como para desengancharse. El caso es que cuesta meterse en la piel de uno de los personajes e identificarse porque en cada capítulo salen personas distintas, pero está bien como está. Un beso grande.

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