miércoles, 14 de mayo de 2008

Capítulo 9



-Cuiusuis hominis est errare, nullius nisi insipientis in errore perseverare-
(Cualquier hombre puede equivocarse, pero sólo los necios perseveran en sus errores)



>14:32 - 12/09/3824 - Transmisión de informe preliminar.
>Misión destinada al 64 Escuadrón de Defensa de Perímetro. Disciplina nivel rutinario. Objetivo: Interceptar y escoltar carguero modificado clase Ghurag. Recuperación de 55 unidades de almacenamiento sustraídas del pabellón principal de investigación del sector 14-24 de la base militar de Groshna. Disponibilidad de 64 escuadrón inmediata. Situación actual del carguero: cuadrante 12 sobre ruta aérea civil 90. Velocidad estimada: 3000 virls. Transmisión de informe preliminar finalizada.
>Sede Principal de Defensa. Base secundaria de Kundo.

-Atención a todas las unidades. Entrando en la zona potencial de combate.
El capitán del sesenta y cuatro escuadrón de defensa de perímetro estaba realmente tranquilo después de haberse informado sobre la misión que le habían encomendado. Tenía plena confianza en los integrantes de su equipo; no sin razón algunos de ellos eran considerados parte de la élite de los pilotos de la Confederación (la mayoría entrenados por él mismo), y sin duda habían solucionado juntos situaciones de mayor magnitud y riesgo.
-Tiempo estimado para contacto visual con el objetivo: Doce minutos y cuarenta segundos. Dividiremos la unidad en dos grupos que se mantendrán compactos hasta que yo lo indique; Szerga, a partir de ahora quedas al mando del segundo escuadrón.
-Recibido, Capitán.
Los cazas de combate de largo recorrido cruzaban a toda velocidad la verde atmósfera del planeta Zarión en persecución de un carguero modificado clase Ghurag, en el momento en que se dividían en dos grupos compactos de veinte cazas cada uno. ¿Qué pensaba hacer un carguero de tales características por muy modificado que estuviese contra cuarenta cazas Tkarhlas300 de alto rendimiento? O bien eran imbéciles o estaban completamente locos. Poco importaba; aquellos malditos contrabandistas serían pequeños pedazos de “nada” en el aire dentro de once minutos y cincuenta y dos segundos si se les ocurría la mala idea de oponer cualquier tipo de resistencia.
No; probablemente antes de lo inicialmente previsto.
El Capitán ordenó un aumento de velocidad del treinta y cinco por ciento en el grupo que él mismo dirigía; con veinte cazas sería suficiente, y en caso de no poder, por las razones que fuese, acabar ellos mismos el trabajo, el segundo escuadrón dirigido por Szerga llegaría aproximadamente tres minutos después para dar el golpe de gracia. Esto supondría un castigo ejemplar para todo aquel contrabandista o mercenario que estuviese pensando en adentrarse en el fronterizo planeta Zarión y presentar batalla.
-Grupo uno; formación de ataque alquiliana. Quiero acabar lo más rápido que sea posible con este trabajo si el objetivo se muestra hostil, ¿De acuerdo? – los pilotos respondieron de inmediato situando sus cazas en las posiciones adecuadas. – Ocho minutos y nueve segundos para contacto visual.
Todavía recordaba con extrema exactitud la táctica que habían usado los alquilianos en las batallas de Ghraglohr veintisiete años atrás; inferiores en número en proporción aproximada de diez a uno casi habían logrado inclinar la balanza hacia su propio lado, y sólo una pronta respuesta de la flota de los aliados confederados del sistema moebiano había arreglado las cosas y proporcionado una victoria que a la larga se convertiría en decisiva para la actual cofiguración de poder en el universo conocido.
Pero no era éste el momento más adecuado para recordar batallas del pasado; tenían una misión que cumplir y nada evitaría que regresasen lo antes posible a sus bloques urbanitas del centro de seguridad.
Cuatro minutos y veintinueve segundos. Szerga informaba desde su posición: todo transcurría según lo previsto y llegarían a contactar visualmente con el objetivo dos minutos y cincuenta y tres segundos después de que lo hubiera hecho el primer grupo. A su vez, la base más cercana confirmaba la posición del carguero así como su velocidad y altitud; se recomendaba extremar las precauciones a raíz de las últimas notificaciones enviadas desde la Sede Principal de Defensa. Esta información estaba siendo enviada en estos precisos instantes al sistema operativo del caza del Capitán y las nuevas órdenes eran estrictas: No debía quedar resto alguno del carguero ni debía sobrevivir ninguno de sus tripulantes, al parecer seis en total, sobre los cuales existía una orden de búsqueda y eliminación en la totalidad de la extensión de los dominios confederados.

>14:40 - 12/09/3824 - Transmisión de nuevo informe.
>Situación actual del carguero: cuadrante 8 sobre ruta aérea civil 4. Velocidad estimada 2600 virls. Se recomienda extremar las precauciones. Objetivo de máxima prioridad: Seguimiento y destrucción inmediata del carguero modificado Clase Ghurag. Existencia de una orden en curso en la Confederación en grado 9 de búsqueda y eliminación sobre los seis tripulantes del carguero. Destrucción prioritaria sobre recuperación de unidades de almacenamiento. Transmisión de nuevo informe finalizada.
>Sede Principal de Defensa. Base secundaria de Kundo–

Esto resultaba ser cada vez más interesante; no sólo cumpliría con su deber como responsable de la seguridad del perímetro derribando a un incursor como a tantos otros (cada vez menos, tenía que admitir la Confederación), sino que a mayores estos mercenarios (pues ningún contrabandista recibiría un trato confederado de tal magnitud) no eran como los demás; prestaría abatiéndolos un servicio a la Confederación que sin duda sería generosamente premiado.
Cuarenta y dos segundos para contacto visual. El cielo estaba despejado; era probable que la breve batalla (por seguro carente de interés militar, no pasaría a los anales de la historia de la estrategia aérea) fuese presenciada con un poco de suerte por los habitantes de la ciudad más cercana que estuvieran informados de la situación. Doble ejemplo a mayores: nadie podía ni debía enfrentarse a la Confederación.
Un ligero escalofrío recorrió el cuerpo del Capitán cuando se confirmó el contacto visual, y no pudo evitar una maliciosa sonrisa.
-¡Atención grupo Uno, objetivo localizado! ¡Recordemos la genialidad táctica de los alquilianos y démosle una lección a esa escoria!
El enorme y pesado carguero poseía unas características de sobra conocidas por el Capitán, conocimiento que le permitía, con una simple ojeada, advertir cualquier tipo de modificaciones realizadas, al menos en el casco exterior. A este mismo en concreto se le habían añadido a mayores dos motores de generación Treetop de máxima potencia que no estaban siendo utilizados.
Impresionante... La cantidad de cañones de plasma que tenía el Ghurag acoplados a las zonas superior e inferior del casco rayaba lo inconcebible... no era posible... la potencia de fuego del carguero podía rivalizar como poco con un destructor de clase T de la Confederación... ¡Cómo era posible que hubiesen omitido ese tipo de información! ¡Los datos que le habían proporcionado habían sido insuficientes! ¡Tenían que cambiar de estrategia de inmediato! ¡Tenían que...
-¡¡Capitán, órdenes!! ¡¡Vandegher y Cruz han caído!! – La conexión de Hushlarg lo había devuelto a la cruda realidad: Vandegher y Cruz estaban fuera, y otro caza acababa de ser alcanzado por uno de los cañones inferiores del Ghurag inutilizándolo por completo: Gyokudo se veía obligado a retirarse. El piloto del carguero, fuese quien fuese, había anulado en un cuarenta por ciento la plena capacidad de ataque de la táctica utilizada por el grupo de defensa de perímetro, con una serie de movimientos que nunca se habían visto realizar en una nave de dimensiones como la que estaban atacando.
Pero el Capitán iba a hacer honor a su reputación. Esto tenía que ser una pesadilla. No podía ser real.
-¡Hushlarg, Krakar, Zook, Svarski! ¡Tomad posiciones bajo los acoples de combustible del carguero y continuad su rumbo y velocidad hasta nueva orden! ¡Jameson, Voltar, Sánchez! ¡Quiero que centréis vuestro ataque en los codificadores de ruta, dejadlos ciegos! ¡El resto, seguidme; vamos a rodear el carguero según el modelo doce de ataque rohediano! ¡Szerga, apoyo inmediato! ¿Me recibes? ¡¡Szerga!!
Dos de los tres codificadores generales de ruta poco tardaron en ser destruidos en el primer ataque, con lo que el carguero veía reducidas a un tercio sus capacidades de orientación en una posible huida. La baja de Voltar fue una mala noticia para el Capitán, pero más lo fue la pérdida del piloto Sargas en una maniobra arriesgada intentando alcanzar el casco débil que oculta en los Ghurag la transmisión de energía a los motores principales. Buena idea, pero nunca debió haberlo intentado; incluso para un experto eotdllene como Sargas era una maniobra casi imposible.
¿¡Dónde diablos se había metido Szerga!?
El Capitán y cinco de sus hombres se dirigían hacia los cañones laterales con la intención de neutralizar parte de la potencia de fuego de una zona en concreto para poder utilizarla como refugio y protección, pero tal como temió desde un principio dos pilotos perdieron la vida en un intento que al menos producía ya sus resultados.
-¡Hushlarg, Krakar, Zook, Svarski! ¡Cambiad vuestra posición y avanzad hacia el lateral oeste del carguero, encontraréis protección en la zona! ¡Cinzia, retrocede hasta alcanzar la última posición conocida de Szerga! ¡Tráemelo inmediatamente! – Alguien tendría que explicarle más tarde por qué fallaban las intracomunicaciones con el segundo grupo de su escuadrón.
Hushlarg fue destrozado nada más abandonar la posición bajo los acoples y Cinzia no pudo evitar una multitud de ráfagas continuadas desde los cañones traseros del Ghurag. La situación se complicaba por momentos y Szerga no aparecía. Mientras el Capitán pedía urgentemente apoyo aéreo a la base más cercana vio cómo Dunga, Vleed e Ibral eran completamente volatilizados por el duocañón principal a la vez que Ashgometh y Vasia destruían el último codificador de ruta para verse envueltos momentos después en un fuego cruzado que acabaría con la existencia de ambos. Krakar, Zook y Svarski habían alcanzado la segura posición en el lateral del carguero; ¿Qué iba a hacer con ellos? No podía encontrar una solución aceptable. La situación se le había ido de las manos.

>14:45 - 12/09/3824 - Transmisión de nuevo informe.
>Recibida petición de apoyo aéreo a base secundaria de Kundo. Confirmado envío del 12 Escuadrón de defensa de perímetro. Alcanzará su posición en 2M14S. Fin de transmisión.
>Sede Principal de Defensa. Base secundaria de Kundo.

¡Maldito Szerga y maldita Confederación! ¡¡Sólo estaba pidiendo algo de ayuda y decían que iban a tardar al menos dos minutos en alcanzar su posición!! En mucho menos de dos minutos todo habría acabado.
Pues bien, algo había que hacer.
-¡Atención pilotos, retirada inmediata! ¡La misión queda abortada desde este instante! ¡Todos fuera! ¡¡Ya!!
Los cazas de Zook y Krakar fueron alcanzados al momento de iniciar las maniobras evasivas, mientras que Svarski, Sánchez y Jameson lograban evitar la inmensa concentración de fuego sobre sus posiciones; los tripulantes del Ghurag sabían que lo que quedaba del escuadrón estaba intentando retirarse ante la imposibilidad de detenerlos.
Y estaban satisfechos.
Pilotos de la Confederación huyendo; no les importaba, pues aquellos tres cazas que sin duda regresaban a la base más cercana nunca llegarían a alcanzarla; se encontrarían con una sorpresa; un regalo que ni Szerga ni sus hombres habían logrado advertir antes de ser demasiado tarde: los veinte pequeños modelos experimentales de cazas corporativos Kristalianos de pilotaje automático supondrían la guinda definitiva a una fiesta que los mercenarios del Ghurag estaban realmente disfrutando.
Pero al parecer, según indicaban los sensores, no todos los cazas confederados se habían retirado. Quedaba uno, y se encontraba en estos momentos perfectamente situado y protegido en uno de los laterales del Ghurag.
A poca distancia, de regreso a la base, el pequeño grupo formado por los pilotos Svarski, Sánchez y Jameson se veía sorprendido por unos cazas que nunca en su vida habían visto y ni siquiera estudiado en las academias. Las comunicaciones habían dejado de funcionar desde el momento en que habían avistado al nuevo enemigo. Justo en el instante en que los tres pilotos luchaban por salvar sus vidas el Capitán se disponía a realizar una arriesgada maniobra que, si salía bien, por lo menos le haría creer que todo aquello había valido la pena.
Un gran desastre; un enorme error de información había provocado que su escuadrón pagase las consecuencias; dieciséis de los mejores pilotos que nunca había capitaneado acababan de perder inútilmente la vida y Szerga y los suyos probablemente habían sufrido la misma suerte. Aquello no era justo pero, en realidad, pensaba el Capitán, el concepto de justicia era posiblemente uno de los más desvirtuados dentro de la Confederación; Únicamente era un capitán más de tantos que estaban al servicio militar confederado ¿Qué le importaban en realidad a los altos mandos aquellos pequeños combates? ¿Lamentarían al menos las bajas? Su desaparición y la de sus hombres apenas sería mencionada, y mucho menos echarían demasiado en falta los identificadores de cada uno de sus pilotos o el suyo propio.
Gloria. ¿Quién quería alcanzar la gloria en un esquema social como aquel? Toda una vida dedicada al servicio militar de la Confederación sólo le hacía pensar en su familia; no dejaría el recuerdo de un historial manchado tan cerca de su final. Nunca había abandonado una batalla y esta ocasión no sería diferente. Al menos los suyos podrían afirmar su heroicidad. Todavía podía forzar una última jugada maestra.
Pero el Capitán del sesenta y cuatro Escuadrón de defensa de perímetro Luvo Zagarts nunca vio a los dieciséis cazas Kristalianos acercándose a sus espaldas, y mucho menos cómo entraban más tarde por una compuerta del carguero modificado Clase Ghurag que había supuesto el final de un gran estratega como pocos había tenido la Confederación entre sus filas.

1 comentario:

  1. Pues aunque el relato de la batalla me ha dejao un poco frío, las bajas no parecen tales, casi ni parecen personas, es lo que tiene la guerra, me ha gustado ese final que justifica ese tratamiento de los pilotos, decir que la confederación ni se acordará de ellos.
    Se van añadiendo piezas a esta novela-puzzle...¿y qué hacía allí svarski?¿es el mismo svarski?Mecagüen tal,Fernando...estamos en ascuas

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