sábado, 7 de junio de 2008

Capítulo 13



-Honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere-
(Vivir honradamente, no perjudicar a los demás y dar a cada uno lo suyo)
(Segunda parte)



El local estaba prácticamente vacío y casi por completo sumido en la penumbra, pero todo lo que los ojos de Odded advertían no tardaron en provocarle una ligera sonrisa. Allí, parado en el umbral de la puerta, tenía que reconocer que había cierto tipo de cosas que nunca cambiarían; aunque otras...
-Cielo… – Dijo casi en susurros - ¿Qué es aquello que se mueve dentro de la barra?
El rostro de Odded había cambiado por completo y su expresión mostraba ahora una intensa sorpresa y desconcertante curiosidad.
-Creo que el encargado del local, Odded. Raza plovblos. Su idioma está integrado en el traductor universal.
-Tendré que acostumbrarme – “de tripas corazón”, pensó -, y sobre todo, tomar algo.
Mientras se dirigía hacia la barra, Odded continuaba observando el espacio del local y preguntándole a Central las razas de los diversos seres que se encontraban allí: para empezar un veridai y un dagarv sentados en una mesa, tranquilamente hablando y al parecer completamente ausentes; más allá dos colus siseando (entre ellos y con el encargado) mientras bebían un líquido rojo bastante llamativo; casi al fondo, al otro lado de la barra, un grupo de siete diminutos klagüish discutía en voz alta sobre unos créditos que según parece se debían entre ellos. En el extremo opuesto cinco mesas ocupadas: humanos, mayaris, algún que otro oligoide y algunas razas a mayores. En ese momento no había nadie más en el local, y Central se encontraba aconsejando a Odded, especificando cierta información sobre una bebida natural; de momento debería pedir un líquido incoloro y algo espeso denominado mhyytka. La bebida resultó ser demasiado dulce para el gusto de Odded, quien se retiró, con la copa ya medio vacía, hacia una de las muchas mesas desocupadas a observar su alrededor y pensar con tranquilidad sobre qué haría a partir de aquel momento, una vez acabado su período de auto-reclusión y comenzada, de algún modo, su nueva vida.
Una nueva vida… Como tantas otras que ya había tenido (volvía a repetir para sus adentros). ¿Qué le hacía pensar que esta vida sería diferente? Que merecería la pena… Que podría en esta ocasión alcanzar lo que en aquellas tantas otras ocasiones le había sido negado por el destino… o por los dioses… o por lo que fuera.
Aquí todo se veía distinto. Cierto era que algunas cosas, como las reuniones de la gente en los públicos (como él llamaba en sus pensamientos a los locales sociales) no había cambiado (cosa que le alegraba comprobar, por otra parte), pero todo lo demás… en fin; todo lo demás era demasiado distinto. Y eso no haría más que complicar las cosas; o retrasarlas, en el mejor de los casos.
-Cielo.
-¿Si Odded?
-Háblame de ti. – Dijo pausadamente mientras se acomodaba en el asiento; le costó un poco encontrar la postura que creía más adecuada.
-...
-¿Qué quieres saber?
-Pues, por ejemplo… ¿Cómo te llamas? – Aquella maldita silla acabaría por destrozar su espalda. ¿Dónde se suponía que debía poner los pies?
-...
-Mi número de identificación es 348-1023.
-No me refiero a eso… Quiero que me digas tu nombre, no tu número… de identificación. – Dijo mientras pedía otro zumo de aquellos; al final le había cogido el gusto. – Sólo quiero saber cómo te llamas.
-Como tú quieras, Odded.
-Un poco servicial de más ¿No crees? – Optó por dejar que sus pies descansasen sobre alguna de las pequeñas barras que tenía la silla en los laterales de su parte inferior. – Esa frase me la han dicho en más de una casión. – Susurró sonriendo.
-Así he sido programada.
-Por la… ¿Confederación? – No; sobre las barritas no; mejor dejaría los pies en el suelo.
-...
-En efecto.
-¿Y cuanto hace de eso?
-Te refieres a mi programación.
-Si.
-La primera hace tres años, siete meses y doce días. La segunda, tres días antes de tu llegada a Oeveey.
-Imagino entonces que posees una enorme base de datos recogidos a partir del comienzo de tu existencia ¿No?
-No depende del tiempo que haya pasado desde nuestra puesta en servicio, Odded. Todas las centrales de mi categoría estamos conectadas a la Sección de Almacenamiento de Datos de la Confederación desde el mismo inicio de nuestra… “existencia”, como tú la llamas.
-De acuerdo… Pero entonces… podrás acceder al registro de nombres existentes… Me refiero a nombres de personas de todas las razas conocidas.
-Por supuesto.
-Bien. Querría pedirte que accedieses a esa información y eligieses un nombre para ti. – Volvió a hacer un gesto con su copa vacía al encargado del local.
-...
-No puedo elegir, Odded.
-Escoge uno, al azar. No es tan complicado.
-No puedo hacerlo, Odded. No estoy capacitada para esa acción.
-Dices que no puedes, pero… ¿Lo has intentado?
-Simplemente sé que no puedo.
-Y sin embargo te refieres a ti misma según el género femenino… ¿Acaso no representa eso un acto de elección?
-Debes recordar que tú mismo has configurado y elegido esta voz femenina en concreto para mi representación. El hecho de que me refiera a mí misma en género femenino no es más que un acto automático encaminado a tu correcta asimilación de las conversaciones que mantengamos.
-Ah… Cierto. Ya me había olvidado de eso… Lo siento; me hice un lío con tu programa de reproducción vocal. Pero dime: ¿No te han programado para imitar el comportamiento humano?
-...
-A niveles muy primarios.
-Así que no hay más remedio; la inteligencia artificial no existe y tu nombre lo escojo yo. No hay otra forma.
-No.
-Bueno... Entonces seguiré llamándote Cielo de momento, pero algún día tendremos que hablar en serio sobre el tema y elegirte un nombre. Ahora… - La mirada de Odded se endureció notablemente tras haberse detenido en un lugar concreto del local - …querría cambiar de tema haciéndote una nueva pregunta.
-Como quieras, Odded.
-En este local hay una mesa ocupada por… por un ser alto, delgado y verde. Antes me has dicho la raza, pero no retuve el nombre. – La voz de Odded se convirtió al instante en apenas un leve susurro, prácticamente inapreciable. – A su lado hay un humano de edad avanzada. ¿Puedes verlos?
-Por supuesto, aunque “verlos” no sea la expresión más adecuada, Odded; ya te he explicado que las placas de mi categoría nos enlazamos con los sensores del lugar en el que estemos en cada momento para recibir así las lecturas y saber...
-Vale ya, Cielo: - Interrumpió. - El verde y el viejo, por favor.
-Por supuesto, Odded. El ser que tú describes como alto, delgado y verde es un veridai, nativo del planeta confederado de mismo nombre, pero su compañero de mesa no es humano. A pesar de su apariencia humanoide se trata de un dagarv. Sus diferencias con el ser humano, aunque inapreciables desde el exterior, son del ochenta y nueve por ciento.
-Ah… imagino que tendré que acostumbrarme a este tipo de situaciones ¿No crees? - El encargado del local se acercaba en ese preciso instante con otra copa de aquel “zumo dulce”; lo dejó en la mesa y Odded pagó otra consumición con su periférico siguiendo las instrucciones de Central, gesto que recibió por parte del plovblos un gruñido de… ¿Agradecimiento? - ¿Existen más razas similares en aspecto a los humanos?
-Sólo cinco sobre las que se tenga constancia en los archivos de la confederación.
-¿Y aquellos que se acercan a la mesa del veridai con cara de pocos amigos?
-...
-Cielo, ¿Estás ahí?
-Si, Odded. Dos kristallos, un oligoide y un tzundhar.
-Vaya. Por eso el veridai estaba recogiendo sus cosas con tanta prisa. Están metidos en algún lío. ¿Aquí no hay unidades de seguridad o algo por el estilo?
-¿Quieres que los avise?
-¿Cuánto tardarían en llegar?
-Si realizo el aviso en los próximos veinte segundos, la Sección doscientos cuarenta y nueve de Seguridad Terrestre tardaría en llegar doce minutos ocho segundos aproximadamente. Se están alejando. ¿Realizo la llamada?
-Por ahora no, pero prepárate para hacerlo en cuanto te lo pida.
-Tardarán más tiempo; es la unidad más cercana en estos momentos, y se están alejando.
-No importa. A la que esté más cerca cuando yo te lo pida.
-De acuerdo, Odded.
Aquellos cuatro individuos estaban casi a la altura de los siete klagüish (que seguían discutiendo en la barra, como si la vida les fuera en ello), apenas a cinco metros de la mesa del veridai. El anciano parecía desconcertado, mirando sin parar a un lado y a otro hasta que vio a los que se acercaban, mientras su compañero parecía perder todo el ímpetu que había hallado para guardar en su mochila las notas desperdigadas por la mesa.
Al parecer se había dado cuenta demasiado tarde de que tenían compañía no deseada.

2 comentarios:

  1. bien, bien!Me gusta ver como se van enlazando las historias!!Ya tenemos dos(bueno tres)de los personajes principales unidos en una escena.

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  2. Muy bueno: Espero que no falte mucho para el capítulo en el que definitivamente se conozcan... porque se acabarán conpociendo ¿No?
    Publícalo ya, ya.
    Enhorabuena; este capítulo es muuy bueno.

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