domingo, 7 de septiembre de 2008

Capítulo 25


-Cela que tu fais, te fait-

(Aquello que haces, te hace)


-...

-¿Capitán Svarski?

-...

-Capitán Svarski, la situación requiere su plena consciencia. Despierte, por favor.

-...

-Capitán Svarski, me veo en la obligación de informarle de mi disposición a ordenar a las Unidades Médicas U2cm-FrS, U14cm-FrS y U15cm-FrS que procedan con el cometido de salvaguardar su estado físico, según ordena la subdirectriz confederada número dos trescientos veintiuno.

-...

Los pasillos del complejo habitacional Z estaban completamente sumidos en la más absoluta oscuridad, y únicamente la pantalla ochenta y nueve de comunicaciones del corredor 3/L desprendía un muy tenue y sutil brillo azulado; esa misma luz iluminaba vagamente al humano que yacía tumbado y a los tres droides que en aquellos instantes comenzaban a intervenir sobre el prácticamente inconsciente cuerpo del capitán de la fragata.

La primera de las unidades comenzó a tratar las heridas del torax, limpiándolas e impidiendo que continuasen sangrando al sellarlas con un elemento sintético que provocaría en apenas dos minutos la total regeneración artificial de las partes afectadas por las heridas. La unidad catorce, además de encargarse de suministrar los productos contra el dolor requeridos por la situación e inocular un potenciador físico, estabilizaba químicamente las reacciones del cuerpo del capitán e introducía en su organismo las pautas necesarias para la recuperación de su consciencia. Era la tercera unidad la encargada de suministrar el necesario Pro4tec, medicamento que se ocuparía de regular la actividad del enfermo y cansado corazón del capitán.

Poco a poco Victor Svarski fue recuperando la consciencia.

Los tres droides se incorporaron entonces y se retiraron hasta la pared esperando órdenes e iniciaron la suspensión activa de sus sistemas. El capitán abrió completamente sus ojos y comenzó a incorporarse con pesada lentitud.

-¿Matriz?

-¿Si, Capitán Svarski?

-Las luces… ¿Qué ha sucedido?

-A las veintidós horas treinta y cuatro minutos el suministro de energía de las funciones de regulación sufrió una avería que dejó a la fragata sin algunas de sus capacidades de carácter secundario. El nivel energético de las funciones primarias se mantiene de momento intacto, pero no es suficiente como para reactivar las funciones secundarias.

-¿Alguna zona irrelevante para la actual situación de la cual extraer energía?

-Únicamente desviando todo el consumo de energía de los hangares podrían restaurarse las funciones secundarias de la nave.

-Bien… Pues desvía la energía de la zona de los hangares excepto la correspondiente al 13/B… ¿Será suficiente para reactivar todas las funciones secundarias de la fragata?

-Afirmativo, Capitán.

-Pues hazlo.

-De acuerdo, Capitán Svarski. Desviando energía de todos los hangares de la fragata con la excepción del hangar 13/B.

-...

-Desvío de energía realizado. Funciones secundarias reactivándose.

Las luces del pasillo 3L (y las del resto de la nave) comenzaban a encenderse de nuevo tras algunos leves parpadeos. No importaba en absoluto que la zona de los hangares quedase sin energía (sin contar con el hangar que necesitarían para escapar, por supuesto) pues las pequeñas luces de cortesía iluminarían lo suficiente como para poder desplazarse por los corredores; lo único que lamentaba en aquellos momentos (y desde que empezaron los problemas) era que las matrices asignadas a las naves confederadas no pudiesen obtener el control absoluto de las mismas: ni las salas de control ni la energía destinada a los motores estaban configuradas para tal situación; medidas cautelares confederadas que ahora vendría bien poder desestimar, pensó Víctor.

-Veo que han llegado los droides médicos…

El capitán recogió incómodo su arma del suelo y la enfundó en su cintura; la cabeza parecía que iba a estallarle de un momento a otro y le obligó a sostenerse apoyado en la pared. Miró su periférico de comunicaciones; si los droides estaban ya en el pasillo 3L, el soldado Rester debería haber llegado unos quince o veinte minutos antes. ¿Acaso algo había salido mal? Los droides de la sala holográfica… tal vez habían sucumbido y las criaturas estaban ya desplegadas por toda la fragata; tal vez el soldado…

–Matriz, informe inmediato de la situación ¿Dónde se encuentra el soldado?

-El soldado Rester está en estos momentos atravesando la puerta de acceso del pasillo 3K, a dos minutos aproximados de su localización, Capitán. Viene acompañado de dos Unidades de Disparo Automático y sus constantes vitales indican la apremiante necesidad de una pronta intervención de carácter quirúrgico; las unidades médicas podrían encargarse de su estado físico. Con respecto a los droides de la sala holográfica, quedan únicamente tres unidades correspondientes a las zonas de carga y almacenamiento que todavía presentan actividad de contención. Mis cálculos más optimistas les otorgan de dos a cinco minutos de resistencia. El número de formas de vida desconocida a bordo de la fragata ha descendido sensiblemente, hasta la cifra de cientoveintidos, resultado de las actividades de contención en la sala holográfica y de los enfrentamientos acaecidos entre cuarenta y ocho formas de vida desconocidas y el soldado Rester a las veintidós horas cuarenta y un minutos en los pasillos de esterilización A y B de la zona de análisis geotérmicos.

¿Cuántas había dicho?... ¿Cuarenta y ocho?... Aquel soldado sin duda merecía más de mil medallas. El capitán se acercó con toda la rapidez que le permitía su cansado cuerpo a la compuerta que separaba el pasillo 3L del 3K; interceptaría al soldado y las unidades médicas lo atenderían en aquel otro pasaje ¿Daría igual un pasillo que otro para seguir con vida al menos un poco más?

-Matriz, abre la compuerta de acceso al pasillo 3K y reactiva los droides médicos; que me sigan.

Era increíble que aquel soldado continuase con vida después de haberse enfrentado nada más y nada menos que a cuarenta y ocho criaturas tan mortíferas como aquellas; de echo, el capitán no estaba seguro de en que estado se encontrarías al soldado.

Pero era si cabe más sorprendente la pronta recuperación que él mismo había sufrido apenas unos segundos antes (por supuesto las aplicaciones en la medicina militar eran sensiblemente más efectivas que la medicina civil); se encontraba no sólo descansado, sino completamente… recargado; parecía tener treinta años, y no los cincuenta y cinco que tanto le pesaban sobre los hombros tan a menudo.

De todos modos y por muy en forma que se encontrase, había dos importantes cuestiones que no le ayudaban en absoluto a confiar en sus posibilidades: primero el terrible dolor de cabeza que no le dejaba pensar con claridad (¿Por qué no habían hecho los droides algo al respecto? Tendría que hablar con la Matriz de ese tema más tarde), y segundo, que estaba claro que no todas aquellas criaturas habían caído en el señuelo de la sala de hologramas, y seguramente campaban a sus anchas por varias zonas de la nave. El estado del soldado no le preocupaba demasiado, vistas las excelentes capacidades médicas de los droides.

Matriz desbloqueó y abrió la compuerta que permitía el acceso al pasillo 3K y el Capitán y los droides médicos se dirigieron apresuradamente en busca del soldado.

Lo encontraron tras un minuto y unos cuatrocientos metros de recorrido a lo largo de varios corredores, arrodillado, sangrando abundantemente e intentando avanzar hacia uno de los monitores de la pared. A sus espaldas, dos U.D.A. Una de ellas, seriamente averiada, apenas podía desplazarse y mantenerse cerca del soldado; por suerte parecía que sus sensores de detección y reconocimiento se mantenían operativos, (pues de lo contrario tal vez el encuentro fuese todavía menos agradable para el capitán) y la otra, en aparente perfecto estado y escasamente a medio metro del soldado, parecía querer esperar por su compañera.

Aquel hombre estaba realmente mal. El capitán se arrodilló a su lado.

-¡Matriz! – Los droides llegaban hasta la altura del soldado y comenzaban a tratarlo, mientras que Víctor se acercaba a la pantalla más cercana y conectaba varios cables de su periférico a las entradas laterales del monitor.

-Si, Capitán Svarski.

-Prepara la mejor ruta posible que nos permita acceder al hangar 13/B. Mantén abiertas las compuertas y sella todas las que queden fuera de la ruta. Descarga la información. ¿Qué hay de la sala holográfica?

-Ruta calculada y descargada. Compuertas de ruta abiertas. Compuertas fuera de ruta cerradas y selladas. Procesando información sobre droides de sala holográfica en actividad de contención. En la sala de hologramas quedan…

-...

-...

-¿Matriz?

-...

-Ningún droide actualmente operativo en la sala holográfica, Capitán. Formas de vida desconocidas extendiéndose por la zona.

-¿Cuántas en total en la fragata?

-cientoveintiuna, Capitán.

Víctor desvió su desesperanzada mirada hacia las unidades médicas que se estaban encargando del soldado. La U.D.A. defectuosa llegaba en aquellos momentos a la altura del grupo, y en efecto estaba bastante destrozada: el torso, cubierto por el cascarón oscuro, estaba seriamente dañado en sus partes superior y lateral derecho, amén de dos de las ocho patas, las cuales colgaban completamente inutilizadas. Sin embargo, al igual que su compañera, realizaba continuos barridos de información en busca de objetivos.

-Matriz, quiero saber si los droides médicos podrían cargar con el soldado hasta que lleguemos al hangar.

-Afirmativo, Capitán. Cualquier Unidad Médica se vería capacitada para dicha acción de manera individual.

-Bien. En cuanto estabilicen el estado del soldado, que una de las unidades médicas cargue con él; que las otras dos nos sigan a tres metros. ¿Puedes configurar las U.D.A. para nuevas órdenes?

-Me temo que esa acción se queda fuera de mi campo de actuaciones y permisos directos, Capitán. Sólo a través de su periférico podría acceder a las Unidades de Disparo Automático.

Sin desconectar los cables extensibles que lo unían al monitor, se acercó a la U.D.A. más cercana e insertó otro cable extraído de su periférico en la parte inferior del torso de aquellas unidades.

-Una sola vez bastará, Capitán. Las nuevas órdenes que programe en la operativa Unidad de Disparo Automático trescientos veintiocho serán enviadas por dicha unidad mediante acceso remoto a sus compañeras en activo, en un radio de aproximadamente treinta metros.

El capitán iba señalando a Matriz cuales serían las nuevas directrices que las Unidades de Disparo deberían seguir, mientras observaba que los droides terminaban su intervención sobre el cuerpo del soldado; las órdenes fueron introducidas.

Una de las unidades médicas (la U15cm-FrS) izó entonces a Isaías y las otras dos se mantuvieron a la espera de órdenes, cerca de las U.D.A. Víctor recogió el rifle del soldado y lo cargó a sus espaldas (no era en absoluto diestro con aquel tipo de armas de largo alcance), mientras que sostenía la pistola V-Brückle de descargas del soldado con fuerza en su mano izquierda; tras pensarlo un momento, desenfundó también la suya; nunca había sido un buen soldado, pero recordaba no haber sacado demasiada baja puntuación en las pruebas de disparo de la academia (también a los pilotos se les exigía cierto dominio con las armas de asalto, aunque nunca destacó el gremio en tal faceta). A ver que tal lo hacía con un arma en cada mano.

Sin embargo, la sensación que había tenido cuando las unidades médicas le despertaron (por suerte el dolor de cabeza parecía remitir por momentos) seguía aumentando; se sentía como si fuese veinte años más joven y tan fuerte como un torg ¿Qué le habían hecho los droides? ¿Tal vez algún tipo de potenciador neuronal? ¿Quizá directamente físico? Perfectamente viable, pensaba el capitán; recordaba haber leído algo al respecto en alguno de los documentos oficiales, algo sobre las posibilidades de la medicina en casos de extrema necesidad en plena zona de combate. Pero ¿Y el soldado? ¿Por qué no estaba ya despierto y en plenas facultades?

-Matriz, informa sobre el estado del soldado. – El capitán se situó delante del droide que mantenía entre sus metálicos brazos al soldado Rester.

-Sus heridas han sido selladas con éxito, pero necesita al menos diez minutos de completo reposo. Pasado ese tiempo los estabilizadores introducidos en su sistema provocarán una rápida recuperación, y los potenciadotes neuronales aumentarán sus capacidades físicas.

-¿Por eso me siento yo mismo… extraño? ¿Por los potenciadores?

-No se a qué se refiere con la palabra “extraño”, Capitán. Los potenciadores provocan un mayor rendimiento de las aptitudes físicas de los organismos compatibles, si es eso a lo que se refiere…

De repente ruidos, golpes; varios aullidos desgarradores comenzaron a escucharse, por el momento lejanos.

-¿Dónde están las criaturas más cercanas, Matriz?

-Accediendo a los pasillos C de la zona de análisis geotérmicos. Se están acercando, Capitán.

-De acuerdo. Nos vamos.

El Capitán dio orden de avanzar lo más rápido posible. Por el camino se pondría en contacto con Matriz, en caso necesario, a través de los datoenvíos por ondas de su periférico; aquello implicaba una tipología de lenguaje algo más simple, pero sería suficiente para lo que podría necesitar; o al menos eso esperaba. Víctor corría a la cabeza del grupo, seguido de cerca por el droide quince, que cargaba con el cuerpo de Isaías, y por la U.D.A. trescientos veintiocho. Los otros dos droides los seguían a apenas tres metros de distancia y la Unidad de Disparo trescientos veintisiete, muy dañada, iba poco a poco perdiendo terreno con respecto al grupo, quedándose un poco más lejos a cada paso, alejándose varios centímetros a cada metro que ellos avanzaban.

Dejaban el corredor 3K y entraban en el 3L; pocos minutos después accedían a la zona de los pasillos 3T y no habían sufrido todavía ningún encontronazo con aquellas criaturas. Sin embargo la U.D.A.trescientos veintisiete se retrasaba demasiado; por mucha y muy valiosa ayuda que pudiese prestarles en caso de enfrentamiento directo contra aquellos seres, no podían permitirse esperar a que les alcanzase; les retrasaría demasiado.

Y los terribles sonidos… aullidos… bramidos… gritos o lo que fuese que se escuchaban desde que la Matriz había informado de la destrucción del último de los droides de la sala de hologramas parecían escucharse cada vez más cerca.

Por fin veían al final del largo pasillo el elevador de carga. Descenderían dos niveles y llegarían entonces a la altura de la zona de los hangares. Una vez allí (sin la energía que se había desplazado para reactivar las funciones secundarias de la fragata, estarían casi totalmente a oscuras) tendrían que atravesar unos ocho minutos de largos pasillos hasta llegar al hangar 13/B.

El elevador estaba detenido en la planta en la que ellos se encontraban; un buen detalle por parte de Matriz; en verdad no se le habían pasado por la cabeza los importantísimos segundos que ganarían al no verse obligados a esperar por el montacargas. El Capitán llegó hasta la compuerta abierta del elevador y esperó a que los droides entrasen. Sólo faltaba la U.D.A. averiada. Avanzaba lentamente, a una distancia aproximada de cien metros en el pasillo principal, cuando de repente se detuvo.

-¿Pero qué…?

Los cañones de su torso giraron ciento ochenta grados y esperó; parecía estar observando atentamente, emitiendo un leve zumbido metálico y analizando los datos de su entorno para cotejar los resultados con las órdenes establecidas para su comportamiento. El capitán dudó un instante, pero finalmente decidió entrar en el elevador; si aquella Unidad de Disparo decidía quedarse atrás, no sería él quien se lo impediría. Presionó el conmutador azul de inicio de desplazamiento. Las compuertas se cerrarían y comenzaría el ansiado descenso. Bajar, llegar al hangar, coger el caza, salir de allí.

A lo mejor lo conseguían.

Aunque tal vez ya era demasiado tarde. Un agudo sonido de metal desgarrándose violentamente fue lo primero que se escuchó, mientras que las sombras comenzaban a tomar forma con rapidez. Los habían alcanzado.

-¡Maldición!... Ciérrateciérrateciérrate… - El capitán golpeaba repetidas veces y con fuerza el conmutador.

Una potente ráfaga de la Unidad de Disparo apostada en el pasillo iluminó con fuerza las paredes del corredor, dejando entrever tal cantidad de criaturas acercándose tan velozmente, que el alma del Capitán pareció perder toda esperanza de llegar a los hangares. La U.D.A. continuaba disparando ráfagas a una velocidad muy superior a la de las armas convencionales, pero pronto fueron demasiados los objetivos como para intentar contenerlos.

Lo último que vio el Capitán antes de que se cerrasen las compuertas del elevador, fue cómo aquellas criaturas derribaban la Unidad de Disparo y se acercaban con increíble rapidez hacia donde ellos estaban.

Ojalá las compuertas del elevador del pasillo 3T resistiesen lo suficiente como para que pudiesen llegar hasta la planta de los hangares.

Ojalá el montacargas no se averiase.

Ojalá nada de aquello estuviese sucediendo en realidad.


1 comentario:

  1. A veces me pasa que tanto dato numérico me despista...tanta descripción exhaustiva, dando datos sobre cosas irreales, hace que se me vaya la atención, que se desplace buscando acción.
    La acción en sí me gusta, me gusta su desarrollo; pero no la cantidad de detalles que me despistan.

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