sábado, 26 de julio de 2008

Capítulo 20


-Ad utrumque paratus-

(Dispuesto para todo)


Isaías continuaba inclinado sobre la pared, justo enfrente del monitor-comunicador ciento treinta y tres correspondiente al almacén general de armamento, mientras sus pequeñas y fiables compañeras mecánicas realizaban continuos barridos de información de la zona en busca de objetivos. El capitán había cerrado la conexión, pero la pantalla seguía activa y los cables de su periférico todavía conectados a ella.

Se le había concedido plena potestad sobre la Matriz de la fragata.

Como soldado nunca había sido pleno responsable de una situación como aquella, pero estaba seguro de que si había logrado mantenerse con vida hasta el momento, con la ayuda de la Matriz sus posibilidades de llegar hasta la zona en la que se encontraba el Capitán Svarski aumentaban considerablemente. Además contaba ya por fin con el apoyo logístico de las U.D.A. Ahora “sólo” tendría que llegar hasta el pasillo 3L del complejo habitacional Z y rescatar al capitán.

Conocía la zona perfectamente: se trataba de uno de los apartados de descanso del personal militar de la Spinder, y a pesar de que el complejo Z no era el área que se le había asignado desde su incorporación a la fragata, todos los complejos habitacionales eran de muy similares características.

-Matriz. – El soldado se inclinó un poco más sobre la pantalla.

-¿Si, soldado Rester?

-Actualiza de inmediato mi periférico de comunicaciones. Quiero conocer cual es exactamente el estado real de la fragata, formas de vida a bordo, tiempo de llegada a destino prefijado y la ruta más segura para llegar al pasillo 3L del complejo habitacional Z. Prepara la información para su descarga.

-De acuerdo, soldado Rester. Procesando información...

-...

-Petición realizada y descargada. ¿Algo más, soldado Rester?

Isaías dedicó un par de minutos a estudiar la información que Matriz le había suministrado: La fragata de reconocimiento mantenía el rumbo inicial, y llegaría al destino establecido en poco más de tres días; demasiado tiempo como para plantearse resistir. Los intentos de conexión con el exterior se repetían periódicamente cada dos minutos, más o menos, pero no había sido obtenida respuesta alguna por el momento (y nada hacía presagiar que la situación fuese a cambiar).

Por otra parte, el sistema experimental de defensa (al parecer una especie de ataque químico en toda regla, ante el cual el personal de la Spinder estaba inmunizado) no tenía garantía alguna de éxito. La buena noticia era que todavía existían zonas de la nave que se mantenían libres de la presencia de aquellas criaturas: el hangar 13/B, las zonas de carga tres ,cuatro y ocho, la cámara de entrenamiento holográfico, el complejo habitacional Z, el almacén general de armamento y la totalidad de la cámara médica.

Pero cuando el soldado advirtió la cantidad de formas de vida desconocida a bordo casi perdió toda esperanza. Apartó por un momento la vista de la pantalla y cerró los ojos, cabizbajo: Ciento setenta y seis... Nunca pensó que pudiese haber tantas; ni en el peor de los casos.

Tenían que salir de allí lo antes posible.

-Matriz.

-¿Si, soldado Rester?

-Quiero que mantengas abiertas todas las compuertas de la ruta que has preparado; las demás ciérralas y séllalas.

Cerró la conexión manualmente y apagó la pantalla; por el momento la Matriz no podría hacer nada más para ayudarle. La previsión sobre la ruta más segura era bastante directa (si todo salía lo bien que suponía Matriz, tardaría en llegar unos veinte minutos; tal vez un poco más), y si además el Capitán lograba desviar lo suficiente la atención de aquellas criaturas, tal vez…

Pero tendría que ponerse en camino de inmediato.

Ordenó a tres U.D.A. adelantarse hacia la puerta de entrada mientras él se acercaba con las tres restantes hasta la pantalla de comunicación más próxima a la entrada; desde allí abriría las compuertas y sus amigas se encargarían de repeler un primer ataque si este se producía.

Todo estaba listo. En cuanto presionase el conmutador de la pantalla sobre la que estaba operando, la puerta se abriría y pasaría lo que tuviese que pasar. No era momento para dudas. No para un soldado.

Asió su rifle y con el codo golpeó levemente la pantalla.

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