domingo, 5 de octubre de 2008

Capítulo 28


-Altius, citius, fortius-

(Más alto, más veloz, más fuerte)


Las compuertas del elevador se abrían en aquellos instantes a la altura del piso uno: zona de los hangares. La U.D.A.trescientos veintiocho salió la primera tal y como se la había programado momentos antes, con el fin de realizar los constantes barridos de información sobre el espacio circundante y localizar los objetivos. Escaneó un lado del pasillo; luego el otro y ninguna reacción de carácter hostil; al parecer las criaturas no habían llegado todavía al lugar.

Sin detenerse al menos un minuto no podría contactar con Matriz para conocer la situación actualizada de aquellas criaturas en la fragata si decidía utilizar las pantallas de comunicaciones, mientras que por medio de la transmisión de datos por ondas de su periférico podría avanzar al tiempo que consultaba con Matriz. Decidió esto último: aunque las comunicaciones tardasen un poco más en ser transferidas, podría saber con relativa exactitud la posición de aquellos seres a medida que escapaban.

El pasillo 1T se encontraba prácticamente sumido en la más absoluta oscuridad; únicamente los fugaces parpadeos rojos de los pequeños pilotos en techo y paredes, además de algunas pantallas de comunicación dispersas por los alrededores, iluminaban de manera muy tenue el espacio circundante.

El capitán asomó a continuación, prudente y cauteloso tras la Unidad de Disparo; las manos le temblaban ligeramente y apenas asía con mínima fuerza las dos armas que portaba. A pesar de sentirse tan físicamente competente como nunca antes se había sentido; a pesar de que podría con seguridad soportar corriendo varias horas; a pesar de que todos los músculos de su cuerpo le instaban fervientemente a seguir manteniendo la esperanza, su mente… su mente era un mundo bien distinto. Ni siquiera estaba seguro de poder avanzar más de varias decenas de metros si se encontraban de frente con aquellos seres.

Él no estaba forjado para situaciones como aquella ¿Cuándo despertaría el maldito soldado?

Al fin salió del elevador, y su figura fue secundada por la Unidad Médica que cargaba con el soldado todavía inconsciente y los otros dos droides. Observó un segundo su periférico y se dirigió rápidamente hacia la derecha, manteniendo desde entonces el grupo la misma formación que había desplegado antes de entrar en el montacargas. La Unidad de Disparo activó su sistema de iluminación, lo cual fue toda una grata sorpresa además de una gran ayuda; quedaban unos cinco minutos aproximados de angustiosa carrera hata el hangar 13/B.

Mientras avanzaba rápidamente delante del grupo, un físicamente pletórico Víctor se veía obligado a enfundar un arma para poder teclear frenéticamente la pantalla de su periférico. No había tiempo para detenerse en uno de los monitores y contactar con la Matriz de la fragata, volvió a repetir para sí mismo, por lo que había decidido arreglárselas de aquel modo.

Introdujo las órdenes necesarias para que los cinco droides de carga que habían preparado el caza para un inminente despegue se dirigiesen hacia la compuerta de entrada al hangar; dos de ellos se quedarían en el acceso, mientras que los tres restantes se dirigirían hacia su posición, todo ello como medida de apoyo en el caso de que el grupo de Víctor fuese alcanzado por aquellas criaturas. Un droide de carga, aunque sensiblemente más lento y menos ágil que una Unidad Médica, poseía una coraza externa mucho más resistente y una fuerza muy superior. Toda precaución era poca, y toda ayuda, seguramente ínfima.

Lo siguiente que comenzó a teclear el Capitán de la fragata fue la petición de información sobre la posición y posible expansión de las criaturas en toda la nave. La información suministrada por la Matriz llegó apenas tres segundos después, pero ya era demasiado tarde como para asimilarla, incluso para advertirla; tras él, escuchó cómo la U.D.A. comenzaba a disparar potentes y muy continuadas ráfagas; Víctor apenas pudo mirar atrás, pero lo poco que pudo advertir entre la oscuridad circundante y los furiosos destellos que emitían las ráfagas de la Unidad de Disparo fue imponentemente estremecedor: no había un solo espacio libre entre aquellas criaturas, puesto que la oscuridad que los destellos no podían atravesar no era tal oscuridad; eran precisamente aquellos seres los que abarrotaban por completo el tenebroso espacio del pasillo tras el grupo.

Víctor comenzó a jadear, más por nerviosismo que por cansancio, e introdujo con angustia las órdenes necesarias para que dos de los tres droides médicos que le acompañaban reaccionasen protegiendo a la UDA en la suicida acción de absorver la mayor cantidad de impactos de aquellas criaturas, mientras intentaba concentrarse lo suficiente como para poder comprobar el tiempo restante para la llegada de los droides de carga.

Añadió en su periférico los comandos que provocarían que los droides restantes que habían quedado en el acceso al hangar se dirigiesen lo más rápido posible hacia su posición, los sobrepasasen y presentasen resistencia en la estrechez del pasillo. Quería pensar que sólo con tres droides de carga como aquellos, podrían disponer del tiempo suficiente como para escapar de aquel infierno.

Las tres Unidades de carga que habían salido en primer lugar tardarían en alcanzarlos alrededor de un minuto.; acaso algo menos. Ojalá.

Atrás, la U.D.A. continuaba disparando, ahora un poco más lejos del grupo del capitán, mientras que de las Unidades médicas ya no se sabía nada; por lo menos les habían concedido algunos segundos; buen recurso. Aquel soldado había hecho frente a cuarenta y ocho criaturas con al menos dos Unidades de disparo, cuando él tenía detrás tal vez cien con tan sólo el apoyo de una de aquellas unidades de contención y dos droides médicos ya sacrificados.

Ordenó a la Unidad médica U15cm-FrS como prioridad principal que se dirigiese hacia el caza ST2000 dispuesto en la pista de despeque del hangar 13/B sin esperar a nada ni a nadie, y depositase al soldado en el asiento del artillero.

Y siguió corriendo.

El ruido de disparos cesó a sus espaldas. Estaban casi completamente a oscuras, pero no cabía otra opción más que seguir corriendo. Los droides no advertirían ningún problema, pero el Capitán sí los tendría si no calculaba las distancias con cuidado. Justo antes de que la UDA fues destruida y cortada la poca iluminación de la que disponían, le había parecido apreciar que el pasillo se encontraba prácticamente despejado en unos cien metros, justo donde torcía hacia la izquierda.

Y siguió corriendo.

Notó entonces cómo el droide médico le adelantaba e intentó mantener el fuerte ritmo de aquella Unidad; a pesar de su perfecto rendimiento físico se fue retrasando poco a poco, incapaz de dar más de si. Ya era bastante extraordinario que pudiese alcanzar la velocidad y la potencia muscular que había conseguido.

Víctor Svarski no podía apartar de su cabeza la inminente muerte que le sorprendería en cualquier momento; escuchaba a sus espaldas los rápidos sonidos del desplazamiento de las criaturas; el metal de las paredes hundiéndose y desgarrándose bajo las afiladas extremidades de aquellos monstruos. Decidió disparar dos descargas hacia atrás, sin mirar siquiera, mientras corría desesperado.

Al instante notó algo en su espalda, como un frío y fuerte latigazo que le hizo gritar de dolor. Tres rápidos disparos aleatorios y varios gritos desgarradores e inhumanos de espantoso sufrimiento.


Tenía que seguir corriendo pasase lo que pasase.

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