lunes, 20 de octubre de 2008

Capítulo 29


-Qualis pater, talis filius-
(Tal padre, tal hijo)
(Segunda parte)



El escuadrón especial de asalto del Capitán Bronos se encontraba a escasos diez minutos del portal de desplazamiento P32d26, y hasta entonces ni León ni cualquier otro de los pilotos o artilleros del grupo había recibido de manera directa orden alguna del Capitan. Simplemente se dedicaba a marcar la posición del escuadrón moviendo su propia nave hacia una posición determinada que los pilotos debían presuponer (o adivinar, en cualquier caso) siguiendo los protocolos de jerarquía del total de los cazas.
Parecía que estuviese jugando a las adivinanzas: me situo en tal posición, por lo que mi segundo se colocará a su derecha y mi tercero a su izquierda inferior a tanta distancia y así sucesivamente (o no), y acababan conformándose con relativa rapidez ciertas formaciones tácticas como prueba de cara a un enfrentamiento directo.
Desio le había dicho que el Capitán no tenía un escuadrón propio, con todo lo que implicaba ser parte de uno: conocer casi a la perfección a aquel que combate a tu lado, saber en quién puedes confiar tal o cual objetivo, quién es mejor en qué tipo de situación, etc. Al no poseer nada de todo aquello, el Capitán se veía obligado a practicar con sus nuevos subalternos sobre la marcha, en el siempre poco tiempo que le concediese cada una de las importantes y decisivas misiones que le eran encargadas.
Tras dos o tres formaciones fallidas poco después de salir del planeta Zarion los pilotos comenzaron a permanecer alerta en todo momento.
Habían despegado de la Base Secundaria de Kundo hacía ya dieciséis horas, y a excepción del tiempo dedicado al descanso gracias a la activación de los sistemas de control automático de los cazas (esto era: dormir una hora de cada cuatro en turnos alternados entre las naves), el resto del tiempo lo habían pasado mejorando el tiempo de reacción reacción en las formaciones con respecto siempre a los a veces caprichosos y aleatorios movimientos de la nave del Capitán.
El caza de Ando Bronos era el único de todo el grupo que no era bipersonal; no se trataba del avanzado Tarklass-V10, sino de un algo obsoleto Soghff20 ligeramente modificado. ¿Otra de las rarezas del Capitán? León así lo creía, y de tal manera comunicó su opinión a Desio.
-No creas.La voz algo metálica del piel roja se había convertido en una agradable compañía. – El caza del Capitán Bronos es mejor de lo que parece.
-Perdona que te lleve la contraria - dijo divertido León. -, pero cualquier nave construida por la empresa Soghff no puede presumir de mucha efectividad.
-Como quieras. Pero el 20 fue su mayor éxito comercial; casi todos los pilotos querían uno. Se conoce en toda la galaxia. No todo lo construido bajo el mandato corporativo es peor que lo que se puede encontrar en la Confederación; mira si no los portales de desplazamiento.
-Pero ese caza es peor.
No había lugar alguno para la discusión sobre aquel punto.Mucho peor.
-Tú lo has dicho.
-Entonces no puedes explicar por qué el capitán pilota uno.
Faltaban siete minutos y treinta y dos segundos para pasar a través del portal de desplazamiento. León preparó los escudos en nivel uno para su inmediata activación.No tienes ni la más remota… ¡Pero qué hace!...León agarró con fuerza los controles de su nave; el caza del Capitán Bronos había reducido sensiblemente la velocidad para acabar situándose en el centro de la ya obsoleta formación de la escuadra, la cual se vio obligada a realizar una maniobra evasiva y cambiar de posición en apenas dos segundos para evitar una segura colisión, configurando esta vez la formación alquiliana número veintinueve que la situación de Bronos hacía intuir.
-¡Está loco!Gritó Svarski. - ¿Pero qué le pasa? - El caza del Capitán se encontraba cerca del suyo. - ¡Casi nos mata!
-Si no me equivoco esta será la formación con la que cruzaremos al otro lado. Céntrate León, los compensadores de materia del Portal están activados; espacio libre al otro lado. Desvía la potencia de los motores hacia el escudo y actívalo.
-¡Si, si, no hace falta que me lo recuerdes!
-De acuerdo. Lo siento. Solo que parecías un poco desquiciado.
¡Aquello era increíble! ¿Desquiciado? ¡El único loco del escuadrón era el Capitán!
-¿Pero cómo se te ocurre? ¡Si casi nos matamos!
-Olvídalo León. Será mejor que dejes de darle vueltas a la cabeza. Bronos trabaja a su modo y nunca ha habido problemas.
-Ya, seguro.
León continuaba preparando el caza según los protocolos indicaban para atravesar el portal. - ¿Pero por qué pilota ese caza?Dijo casi a voz en cuello.
La pregunta de León quedó en el aire; faltaban sólo seis minutos para que el escuadrón franquease el portal por el que, siempre según los informes confederados, había pasado el carguero modificado clase Ghurag hacía apenas cuatro horas. Si el grupo del Capitán Bronos mantenía la velocidad y no había cambios en la ruta ni variación en la velocidad del carguero, lo alcanzarían en hora y media.
De todas formas, el carguero tenía que haber reparado al menos dos (tal vez sólo uno, si fuesen realmente potentes) de sus tres codificadores de ruta destruidos en la batalla con el antiguo escuadrón de Svarski; de lo contrario nunca habría podido atravesar con una mínima seguridad y fiabilidad un portal de desplazamiento, porque cruzar una de aquellas puertas no era precisamente un inocente paseo en deslizador por una tranquila vía de servicio: Para empezar la velocidad de paso debería reducirse hasta, como máximo, 500 Virls, independientemente del tipo de nave que se dispusiese a cruzar; después de reducir la velocidad y tras haber recibido la señal de la activación del compensador de materia del portal, deberían activarse los escudos hasta el nivel uno como mínimo, usando siempre parte de la energía de los motores redireccionada, y nunca la del nódulo central de energía de la nave; los escudos evitarían en gran medida los posibles desperfectos provocados por el enorme shock que suponía a nivel físico un salto espacial como aquel.
Y sobre todo había que tranquilizarse, calmarse y confiar en el codificador de ruta que llevaba incorporado cada caza confederado de largo alcance; era la parte más importante del sistema de viaje espacial, y se encargaría en todo momento de realizar las complicadas operaciones de recálculo continuo de todos los componentes más ínfimos de la nave (ya fuesen orgánicos o inorgánicos) desde las coordenadas de la misma diez minutos antes de su paso por el portal, hasta cinco minutos después de haberlo atravesado.
Siempre existiría la posibilidad (muy poco probable, eso si, pero perfectamente posible) de desaparecer para siempre, así, sin más, del universo conocido. Algunas teorías de infantil corte fanático-religioso proponían un intercambio de materia con otras dimensiones (lo cual significaba para los creyentes que si algo salía de nuestra dimensión, algo nuevo entraba en ella), mientras que otras menos arriesgadas establecían la permanencia de la materia a lo largo y ancho de todo el espacio existente en forma de pura energía. Sin embargo la más aceptada era aquella que aseguraba que toda materia que traspasado el portal de desplazamiento no apareciese en las coordenadas previamente establecidas al salto, quedaba perdida en los confines del universo. Esta teoría, al menos, podía explicar con cierta seguridad el hallazgo de varias naves a lo largo de la historia de la expansión espacial confederada en lugares recientemente explorados o fronterizos con el espacio todavía desconocido: Un carguero que de repente aparecía de la nada, un obsoleto bombardero hallado estrellado en un planeta recien colonizado. No pasaba en absoluto a menudo, pero de vez en cuando…
-León. Un minuto.
-Tenías razón, Desio. Formación veintinueve para el paso.
-¿Cuándo no tengo razón?
Casi podía imaginar la espontánea sonrisa del drémone.
Aquella era otra cuestión a tener en cuenta: Si entraban varias naves en los portales ocupando la misma porción de tiempo, debían tenerse seriamente presentes las distancias existentes entre ellas en el preciso momento de paso, aspecto que en esta ocasión había solucionado el Capitán Bronos de manera impecable: la formación alquiliana veintinueve mantenía unas distancias entre caza perfectamente acordes con los requisitos de los portales; es más: concedían bastante maniobrabilidad a cada nave en caso de prácticamente cualquier tipo de imprevisto.
El portal P32d26 por el que en menos de un minuto habría de pasar el escuadrón especial del Capitán Bronos era de facturación corporativa, y había sido construido muchos años atrás, poco antes del inicio de la gran guerra entre la Corporación y la Confederación. Tras el largo conflicto, la práctica totalidad de los portales había quedado en territorio confederado, y los que no, habían sido completamente destruidos por escuadrones especiales de la Confederación. Se suponía que no había ningún portal en territorio corporativista, pero aunque no fuese así, aunque la Corporación hubiese construido más de ellos, nunca estarían enlazados para poder viajar por territorio confederado.
Desio le había dicho que el portal de destino D26p32 era de construccion plenamente confederada, algo distinto a los corporativos, un poco más grande y anguloso, y se encontraba situado en plena zona fronteriza, en un espacio prácticamente inexplorado. Con toda seguridad más de una nave de reconocimiento (confederada seguramente, pues aquel fragmento de universo se encontraba muy alejado del dominio corporativista) estaba en aquellos precisos instantes recorriendo algún sector en busca de la información necesaria pàra determinar las posibilidades de algún que otro planeta en beneficio de la Confederación: un nuevo mundo descubierto solía significar una nueva fuente de explotación confederada; mejor o peor pero siempre enmascarada, por supuesto, en un océano de pluralidad, benevolencia, respeto y libertad.
Sobre todo si con el planeta venía una raza nueva de regalo.
-Diez segundos, León. Espero que vuelvas a comerte lo que regurgites.
León estaba nervioso. Sólo había utilizado tres veces los portales de desplazamiento (una de las veces en un carguero de ocio, y las dos restantes en sendas lanzaderas confederadas), y nunca con destino al límite de la Confederación. Lo desconocido (o “lo más de lo mismo” como se le llamaba habitualmente al territorio inexplorado) lograba intranquilizarlo (a quién no).
Pero la angustia a corto plazo la sentía en aquel instante por el salto; en un carguero de ocio la sensación era casi inapreciable, pero en un pequeño caza…
De todas formas intentó relajarse; le gustaba pensar que sólo los héroes habían viajado por lo desconocido bajo el impulso de sus propios deseos sin verse fatalmente atraídos por la locura (¿De dónde había sacado aquella frase?)
-¡Cinco segundos para el salto! – Gritó Desio.
-Cuatro…
-Tres…
-Dos…
-Uno…

2 comentarios:

  1. Me ha gustado, ha sido un capítulo que he disfrutado, aunque no pase nada realmente. La primera parte me recuerda (no porque se parezca, si no porque habla de las estrategias de las naves y todo eso)a "el juego de Bender"(creo que se llama así).
    Mucha descripción, a veces pienso que uno puede situar al lector en el unicerso sin tanta descripción, simplemente contando lo que pasa...pero es que yo me creo mu listo.
    Y un par de momentos que me gustan, como eso de "¿de dónde había sacado esa frase?", que en general se refieren a reflexiones no muy relevantes para la historia pero que meten de repente al lector en la cabeza del personaje, parece que esas mismas ideas salen del lector y no del personaje.
    Pues bien oye.

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  2. Me gusta me gusta me gusta. Si señor. Todavía no veo (a estas alturas) el arco de algunos de los personajes. En otros ha aparecido demasiado pronto. La estructura no está del todo bien, pero queda compensada, de verdad, por la pasion y la energía de los sucesos, por la cotidianeidad de muchos de los actos presenciados, y sobre todo por la dulzura inherente a muchas de las descripciones que utilizas. Hay capítulos mejores y peores, claro, pero en general (y a falta del resto de la novela) una más que viable novela, como se llaman, de anticipación: enhorabuena.

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