domingo, 11 de enero de 2009

Capítulo 36


-Vivire militare est-
(Vivir es luchar)



-¡Derríbalo! ¡¡Vamos!! ¡¡DERRÍBALO!! – León pilotaba impulsiva y frenéticamente el caza intentando deshacerse de dos de aquellas pequeñas y angulosas naves kristallianas, las mismas que habían acabado con la vida de Jameson y Sánchez y sin duda aniquilado el grupo de Szerga en el planeta Zarion. - ¡¡Hazlo ahora!!
-¡Imposible! ¡Necesito que me des posición de tiro! – Desio tenía serios problemas con el sistema de rotación de su cabina desde que habían sido alcanzados por un considerable fragmento de una destrozada nave confederada, y únicamente podía girar sobre la base, pero no rotar alrededor del perímetro del caza en busca de objetivos que alcanzar. - ¡Así no podré darles nunca! ¡¡Céntrate!! ¡¡Dame una sola oportunidad!!
Delante a su izquierda y peligrosamente cerca de su posición, un caza bipersonal confederado que les acompañaba en las cuasi suicidas maniobras evasivas era prácticamente volatilizado, obligando a León a evitar de nuevo varias peligrosas esquirlas metálicas.
La situación era extremadamente seria, y todo había empezado a complicarse desde que el grupo especial de asalto había atravesado el portal de desplazamiento. Como hacía indicar la previamente designada formación de paso, el primero en cruzar había sido el Capitán Bronos, seguido en estricto protocolo de jerarquía por el resto de los cazas según la formación alquiliana veintinueve. Los compensadores de materia del portal confirmaban la posibilidad de paso y la ausencia de espacio ocupado al otro lado. Todo iba bien.
Ante tal rutinaria situación, y continuando el adecuado orden de paso establecido, el caza del piloto León Svarski y el artillero Desio Zandaar atravesó el portal en último lugar, encontrándose de repente en medio de una terrible situación aparentemente abocada a un inminente desastre.
Justo en el instante en que sobrepasaron el límite de salida del portal, vieron cómo una considerablemente eficaz y potente carga corporativa de anulación estallaba silenciosa y poderosamente en uno de los extremos del portal de desplazamiento; la onda expansiva de anulación de sistemas no les había alcanzado por pura y simple suerte, pero cuatro cazas confederados cercanos a su posición se vieron afectados y sufrieron la desconexión inmediata de todos sus sistemas de navegación y transmisión de energía, convirtiéndose entonces en un blanco impecablemente sencillo para cualquiera de las diez naves enemigas.
Un considerable número de los cuarenta cazas del grupo del Capitán Bronos se encontraban en la misma situación, a la deriva en un peligroso espacio cada vez más repleto de restos de naves confederadas.
-¡Lo tengo! ¡¡Lo tengo!! ... ¡Mantén el rumbo, León! … ¡¡Un poco más!!...
Svarski lograba a duras penas mantenerse fuera del alcance de los rapidísimos cazas kristallianos por mucho que el Tarklass-V10 respondiese prácticamente a la perfección; como para facilitarle las cosas a su artillero. Todavía no podía entender cómo el Capitán Bronos podía resistir con su obsoleta nave. De hecho… Si había sido la primera nave en cruzar el portal, lo más seguro es que hubiese recibido la primera y brutal descarga de los anuladores; sus sistemas deberían haberse desconectado. ¿Por qué entonces su casi completamente obsoleto caza se mantenía todavía operativo? ¿Qué tipo de modificaciones tendría integradas como para ser capaz de soportar las descargas de los anuladores?
-¡¿A qué esperas?! ¡¡Desio!! – Tres segundos más y dejaría de concederle la enormemente comprometida oportunidad posicional que el drémone le había pedido. - ¡¡Dispara!! ¡¡DISPARA!!
Antes de que León pudiese terminar de gritar, las continuadas y mortíferas descargas que surgieron del pequeño duocañón del artillero lograron alcanzar de lleno su objetivo.
-¡¡¡IMPACTO!!! ¡¡Uno menos, Svarski!! – Desio no había dejado de gritar en todo momento. - ¡Cuidado con el otro!… ¡¡Nos va a alcanzar!! ¡¡Lanza las contramedidas!! ¡¡¡AHORA!!
Sin duda, el carguero modificado Clase Ghurag que perseguían había dejado algunas cargas de anulación en la salida del portal de desplazamiento y diez cazas kristallianos en las proximidades, ocultos tras la estructura del portal a la espera del escuadrón confederado. Ante tal situación, aproximadamente los diez o doce primeros cazas confederados que atravesaron el portal fueron alcanzados por los anuladores, y unos cinco o seis cazas a mayores que salían del portal en aquellos fatídicos momentos, chocaron con sus inertes e incapacitados compañeros.
Pero el Capitán Ando Bronos, quien desde el mismo inicio de la fatídica emboscada no pudo dar órdenes a sus pilotos debido a un repentino fallo en las comunicaciones de todos los cazas, sí logró desviar la atención de las naves enemigas lo suficiente como para que los cazas confederados que restaban por llegar, lograsen atravesar la puerta apenas sin problemas; salvo el de esquivar a sus propios compañeros, por supuesto.
-¡Contramedidas lanzadas! – Aquel par de reclamos era el último que quedaba en su caza. - ¡¡Agárrate, Desio!!
-¡Es demasiado tarde! ¡¡DEMASIADO TARDE!!
Un apurado León se vio obligado a realizar una arriesgada maniobra evasiva que, con algo más que un poco de suerte, no sólo les permitiría tal vez evitar la segura explosión que se produciría justo a sus espaldas, sino también poder alcanzar una mejor posición de disparo para Desio en caso de que el caza que les perseguía lograse evitar el inminente impacto.
Pero no lo evitó. Otro caza kristalliano destruido.
Sin embargo la explosión los halló tal vez demasiado cerca, provocando apenas unos instantes de nula maniobrabilidad en la nave; en situaciones como aquella se alegraba de no estar pilotando en la superficie de algún planeta.
Tras unos pocos segundos León pudo recuperar el control direccional del caza. Habían sido tocados, rozados por la explosión; sólo podían rezar para que los propulsores no se hubiesen dañado en exceso.
-¡¡Bien hecho!! – El grito de júbilo de Desio fue de lo más esclarecedor, pero de momento el drémone no podía suspirar tranquilo. - Los sensores y las comunicaciones siguen inoperativos; no puedo confirmar el estado de los propulsores. ¿Puedes ver algo?
-Negativo. – Realizó algunas pruebas rutinarias de maniobrabilidad, y aparentemente el Tarklass-V10 seguía respondiendo a la perfección; no notaba pérdida alguna de potencia, y que se pudiese advertir visualmente, al menos desde la cabina, ninguna pieza había saltado del casco de la parte trasera de la nave. – Creo que todo está bien.
¿Qué todo estaba bien? ¿Pero qué estaba diciendo?
Sólo tenía que analizar la situación durante dos escasos segundos como para comprobar que nada estaba bien; en absoluto.
En el fondo todo le parecía una broma absurda y de pésimo gusto. Verse envuelto en aquel contexto de tan desastrosas características sin siquiera haberlo deseado, sin haber nunca realmente pedido ni intentado involucrarse en temas mayores de la Confederación. Simplemente era (así se consideraba, al menos) un muy digno piloto de superficie, allá en Zarión, perteneciente a un buen escuadrón integrado por excelentes compañeros que le tenían en alta estima, y obteniendo por su ocupación como piloto muy buenos ingresos semanales; de hecho tan buenos que muchos trabajadores de cualquier empresa confederada darían lo que fuera por recibir la mitad de la asignación que él tenía marcada como fija; porque además estaban los extras. Cada salida no programada significaban unos ingresos lo suficientemente importantes como para poder plantearse con bastante seguridad adquirir una nueva residencia en un lugar mejor que el anterior.
No meaba créditos, en absoluto, pero vivía tranquila y holgadamente, y aunque casi con toda seguridad cobraría bastante a raiz de su reciente adhesión al grupo del Capitán Bronos, lo que no le gustaba era no poder gastarlo. Si estuviese en Kundo o en Tando, se lo estaría pasando mucho mejor que en aquellos momentos.
Pero de repente en una misión el escuadrón queda destruido, Gyo muere y su hermano me pide que me involucre, pensaba León, y ni siquiera le pregunto cuanto voy a percibir por este trabajo.
¿Le habría parecido mal?
Definitivamente nada estaba bien; en absoluto.
-No… - Respondió al poco tiempo Desio. – Nada está bien; en absoluto.
-¿Cómo dices?...
Desde la cabina del artillero del Tarklass, Desio buscaba ansiosamente con la mirada algún resquicio de información que pudiese mostrarle dónde estaban sus compañeros.
-¿Dónde está el resto del grupo?
León, tras comprobar de nuevo el funcionamiento de los sensores y comunicaciones de la nave, intentó buscar con la mirada lo mismo que desesperadamente Desio quería encontrar, pero al parecer, tras la confrontación con los dos cazas kristallianos se habían alejado sensiblemente de la zona de combate, y en aquellos momentos lo único que podían apreciar era la vasta inmensidad del espacio.
-¡¡No podemos haber llegado tan lejos!! – Desio parecía perder los nervios por momentos. - ¡León, los sensores siguen sin funcionar! ¿Puedes ver algún caza?
No podía. Sólo vislumbraba lejanas estrellas y varios planetas desperdigados a lo largo y ancho de toda aquella terrible inmensidad. Era curioso comprobar cómo el límite de los dominios confederados, sin ser realmente un lugar distinto a cualquier otra zona perteneciente a la Confederación, podía provocar aquella extraña sensación de inquietud.
-Sencillamente no saber qué hay bajo tos pies…
-¿Qué? – Desio continuaba buscando desde el difícil ángulo visual que le permitía la atascada posición de su cabina; en realidad apenas había escuchado las palabras del piloto, y mucho menos les había dado importancia.
En aquellos precisos instantes, León únicamente podía pensar en que no estaba preparado para aquella misión; pensaba en lo diferente que resultaba pilotar una nave en la superficie de un planeta, donde se tenían tantos puntos de referencia, además de una clara y obvia superficie sobre la que volar, por supuesto, con montañas, edificios y miles de coordenadas reales que podían comprobarse en cualquier momento, pero sobre todo y lo más importante, con una básica pero primordial referencia fija e inmutable: uno podía fiarse de que el suelo estaba abajo y el cielo arriba, y cualquier maniobra en el aire estaba instaurada ante tal aspecto.
Pero pilotar en el espacio era sensiblemente distinto: abajo era donde uno quisiese en cada momento, era sencillamente cuestión de costumbre, y por descontado no existía el mismo tipo de referencias a las cuales fijar la navegación visual. Muchos pilotos de superficie (como en realidad lo era León) no acababan de acostumbrarse a ser pilotos de alcance, viéndose completamente incapacitados para desarrollar nunca tal trabajo.
-Calma… - Susurró León. – Necesitas calmarte.
Las palabras que salían de boca de León eran transportadas inmediatamente a través de los sencillos comunicadores internos del caza, y Desio comenzó a prestarles algo más de atención.
-León… ¿Estás bien?
Lo que en realidad necesitaba era concentrarse, pensaba. Para empezar, sospechaba que al encontrarse tan lejos del grupo del Capitán Bronos, y por tanto a bastante distancia de los cazas kristallianos, los sensores y las comunicaciones serían restablecidas (tal y como ya le había sucedido en Zarion), y por tanto volverían a tener coordenadas que comprobar para saber dónde estaba el portal de desplazamiento y dirigirse hacia el; pero sobre todo tenía que intentar acostumbrarse de una vez por todas a pilotar en el espacio si perder los nervios ante eventualidades como aquella; el hecho de no ver los puntos de referencia no significa que no estén en su sitio.
¿Por qué lo habrían escogido para formar parte del grupo?
-Veamos… - Comenzó a susurrar.
Desde donde estaban podía ver un planeta relativamnte cercano y sus dos satélites naturales; a la izquierda, y cada vez más alejados, varios planetas a mayores. Y una gran estrella. Sus compañeros no podrían estar muy lejos, pues creía recordar haber visto los satélites ¿Cómo no se había fijado en las referencias visuales nada más salir del portal? Dirigió al momento el caza lentamente hacia otra posición, rotando con paciencia hasta encontrar la situación que le resultase más cómoda.
-León, suele ser habitual comentar todas las decisiones con el artillero y compañero al cargo. – Comentó el drémone, aliviado lo necesario momentáneamente por disponer de otra ocupación que apartase de su mente lo perdidos que se encontraban. – Dos cabezas piensan mejor que una; a no ser que me convenzas de lo contrario…
-Desio. – Cortó León. - Estoy seguro de que los sensores y las comunicaciones serán restablecidos en breve. – Ojalá no se equivocase. – Pero mientras tanto debemos mantener la calma.
-Claro; por supuesto. La calma. ¿Cómo estás tan seguro de lo que dices?
León se aclaró la garganta, dispuesto a contar lo sucedido con el escuadrón del Capitán Zagarts en la superficie del planeta Zarión, cerca de Tando, y su posterior y fatal encuentro con aquellos angulosos cazas. Dispuesto a relatar de qué manera él y dos de sus compañeros de escuadrón lograron escapar del carquero modificado siguiendo estrictas órdenes del Capitán al mando; Resuelto a narrar cómo se encontraron con las naves kristallianas y sólo el pudo salir con vida.
No era una historia demasiado aconsejable para el momento, recapacitaba, sobre todo teniendo en cuenta que no sabían como se desarrollaba la batalla del Capitán Bronos, ni si esta había ya terminado, o incluso qué bando había vencido; pero así por lo menos ambos podrían despejarse un poco con aquella historia mientras seguían intentando localizar su perdido grupo.
Bueno; en realidad los perdidos eran ellos.
-Fue en Zarión donde…
-¡La puerta! ¡La veo! – Interrumpió de repente Desio. León, algo molesto por la poca atención que se le prestaba (incluso dadas las circunstancias), intentó inmediatamente hacerse cargo de la dirección que señalaba su artillero, y al final lo vio. El portal de desplazamiento comenzaba a apreciarse, apareciendo por detrás de uno de los satélites del planeta más cercano. - ¿Tanto nos hemos alejado?
-Los sensores ya funcionan – Los sistemas de comunicación se mostraron activados. - y tengo en pantalla veintiún cazas confederados activos – el recuento era verdaderamente desastroso -, además de tres inertes. Ninguno enemigo. Parece que todo ha acabado. – Sin prisas, León comenzó a poner rumbo hacia la posición del grupo del Capitán Bronos. – Imagino que en breve se restablecerán las comunicaciones del resto del grupo, y podremos avisarles de nuestro acercamiento.
-León, los sensores… informan de algo más.
Y miró; lentamente dirigió su mirada hacia el monitor, a pesar de sentirse algo aturdido por una especie de corazonada que le gritaba con fuerza que las siguientes serían malas noticias; la pantalla secundaria de perímetro mostraba en efecto una forma de tamaño considerable acercándose hacia el grupo del Capitán Bronos a gran velocidad por la otra cara del planetoide. ¿El Ghurag? Si sus sospechas al respecto se confirmasen, sus compañeros no tendrían la más mínima oportunidad. No los verían llegar. Justo en el momento en que piloto y artillero lo advertían, aparecieron en pantalla siete pequeñas formas a mayores; por el tamaño y la velocidad se trataba de naves de combate, aunque tal vez demasiado pequeñas; como las anteriores. El resto de los cazas kristallianos de los que todavía disponía el carguero modificado Clase Ghurag.
Las comunicaciones con el escuadrón todavía no habían sido restablecidas, y su caza nunca llegaría a tiempo para desbaratar el ataque sorpresa. No podían avisarles de ningún modo.
-Creo que se trata del carguero. – Dijo apesadumbrado León. – Van a terminar lo que empezaron.

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