lunes, 2 de marzo de 2009

Capítulo 42

-Abyssus abyssus invocat-
(El abismo llama al abismo)



Viejo amigo; queridísimo hermano… ¿Sigues con nosotros? ¿Sigues necesitando de nuestros favores? Somos nosotros los que te necesitamos a ti, tal vez más que nunca, y aunque sólo sea por no perecer definitivamente presas del eterno olvido al que estamos condenados, concédenos siempre un poco, sólo un poco, de tu cariñoso y atento cuidado.
Debemos recordarte que la historia continua según lo previsto, siempre lo mismo, con las mismas necesidades y exactamente las mismas obligaciones. Esperamos fervientemente en todo momento que recuerdes cual es el siguiente paso, pero siempre nos sorprendes, en cierto modo, pues comprobamos cómo una vez tras otra logras olvidar lo que ya viviste y de nuevo experimentarás. Hemos terminado por concluir que tus extremadamente apasionados deseos de reposo y serenidad constantemente son los que te instan de, tal manera, a olvidar de nuevo lo que ya has padecido. Sin duda rememoras a Beatrice a cada segundo de tu vida, pero olvidas recordar que volverás a encontrarte con ella; siempre lo haces.
¡Odded! ¡Despierta! Solamente piensa por un instante cuantas veces has muerto por ella y cuantas más morirás. ¡Levántate de una vez, inútil! ¡Estamos ya cansados de sentir y juzgar siempre lo mismo! ¡Por los dioses que esperamos que algún día halles la manera de que la senda de tu historia cambie de una vez por todas!
¡Dejadlo en paz! Amigos… nosotros también vivimos lo que él mismo padece; sufrimos con el y existimos por el. Nada nos importa a estas alturas que haya sido nuestro querido amigo aquel que nos quitó la vida; desde entonces nos debemos a Odded. No lo olvidéis; y tú, querido y amado, debes ser paciente y tenaz. Al final volverás a verla; volverás a sentirla; a desearla... Pero recuerda esto y acéptalo desde este mismo momento: sucumbirás; y ella lo hará contigo pues asi está marcado y de otra forma no puede ser. Reconócelo ahora; admítelo y abrázalo; No falta mucho para que os encontréis de nuevo y para que ambos… juntos… seáis capaces de afrontar aquello sque os sobrevenga. ¡Despierta entonces! Ya podrás descansar cuando caigas con nosotros en el olvido. Despierta; despierta…

-Odded… despierta. – La cada vez más agradable voz de central acabó por despertar gradualmente a un exageradamente somnoliento Odded, al tiempo que las luces del habitáculo residencial emitían progresivamente más luminosidad intentando molestar lo mínimo posible a un cada vez más despejado Odded.
-Gracias, Cielo. – Logró dejar escapar de sus labios. - Déjalo así; no quiero más luz.
-Como quieras, Odded.
Poco a poco terminó por incorporarse y sentarse en el cómodo camastro mientras apoyaba la cabeza entre sus manos. Se encontraba tan cansado que todo su cuerpo le pedía a gritos volver a acostarse y mandarlo todo a la mierda ¿Por qué no lo hacía? Lenta y torpemente miró su periférico: las diez y veinticinco de la mañana… y todas las horas que su cuerpo había estado sumido en el mundo del por veces incómodo Morfeo no le habían servido para descansar. Su cabeza trabajaba a otro ritmo, esforzándose por entender el contexto en el que se encontraba. Sentía, de un modo que no podía explicar pero que a la vez le era tan familiar, que en aquel momento debía incorporarse y salir en busca… de alguien… o algo.
Un pequeño droide filiforme (primera vez que lo veía en su habitáculo, lo que provocó una pequeña y ligera reacción de sorpresa en Odded) servía en aquellos instantes una bebida densa de agradable olor para desaparecer al poco por una pequeña y disimulada abertura en una de las esquinas del habitáculo.
Mientras lo degustaba con cierto recelo continuaba intentando entender la extraña necesidad de salir de la habitación. Lo mismo había sucedido el día anterior, cuando acabó por conocer al viejo profesor y a su verde y estirado alumno; se encontraba entonces en el lugar que debía ocupar y había hecho lo que el destino le tenía reservado; pero reaccionar a este tipo de sensaciones le resultaba cada vez más agotador, además de angustiante y realmente desesperanzador.
Levantándose de la cama y acercándose a uno de los amplios ventanales comenzó a centrar por fin su atención en sus dos nuevos amigos.
-¿Cielo?
-¿Si, Odded?
-¿Podrías decirme si el profesor y su alumno se encuentran bien?
-Por supuesto, Odded. El profesor Yoet sigue en su habitáculo residencial, y el estudiante Boreazan Veer se dirige en estos instantes hacia la zona política y educacional de Oeveey.
-Vale; perfecto. – Apuró el vaso que Central le había preparado y volvió a sentarse en el camastro.
-¿Te encuentras bien?
La pregunta planteada por Central quedó en el aire; ¿Había sido un tono de preocupación el que los oídos de Odded habían advertido? Tal vez si les hubiese prestado la atención necesaria habría reparado plenamente en aquellas palabras, pero Odded se esforzaba en aquel momento en etiquetar de algún modo todo lo que sucedía, de nuevo, en su cada vez más complicada capacidad de percepción.
Fuera, Oeveey seguía bajo una intensa lluvia.

¿Qué sientes, amor? ¿Inquietud? ¿Impotencia? Ya bastante hacemos por ti desvelándote todo aquello que conocemos y recordamos ¿No crees? Quedándote donde estás no conseguirás más que consumirte a ti mismo. Sal de ahí; camina. Simplemente camina.

-Siempre pienso que voy a disponer de más tiempo…
-¿A qué te refieres, Odded?

Por supuesto; pero por fin vemos que comienzas a ser verdaderamente consciente de nuevo de tu auténtica condición. ¡Pero a qué estás esperando! ¡Ahora toca enfrentarte otra vez a su presencia! ¡Debes volver a encontrala! Olvídate de todo lo demás y céntrate, por favor, pues de ti dependemos también todos nosotros, y a veces parece que lo olvidas… ¿Será porque en realidad quieres olvidarlo? ¡No lo hagas nunca! ¡Sal ahora y enfréntate a todo aquello que se interponga en tu camino!

-Claro… no importa lo que me suceda…si no lo que pueda llegar a evitar.
-Odded… ¿Te encuentras bien?
-¿Qué?... Si, Cielo; claro. No te preocupes.
-Sin embargo no puedo dejar de preocuparme, Odded. No cuando has estado hablando en sueños y también despierto no puedes evitar conversar con alguien que no existe.
Increíble; absolutamente. No respondería a aquellas palabras, pero se aseguraría de tener una conversación al respecto más adelante. Sin dejar pasar más tiempo recogió las ropas que el profesor le había dejado el día anterior y comenzó a vestirse.
-Cielo, pídeme un taxi, por favor.
-Taxi…
-…
-Por supuesto, Odded. Lo más parecido al vehículo de transporte que así denominas acaba de ser avisado. Estará en la salida doce del bloque en tres minutos cuarenta y tres segundos. La transferencia ha sido realizada. ¿A dónde vamos?
-A dar una vuelta, Cielo. Simplemente a dar una vuelta. – Resolvió con cansada voz.
Poco después se encontraban deslizándose velozmente bajo la lluvia sin un objetivo en concreto, sin saber hacia dónde dirigirse. Mientras tanto, al tiempo que Odded esperaba pacientemente algo, cualquier sensación, cosa, señal o lo que fuese que le pudiera indicar donde detenerse o qué hacer, Central continuaba intentando, con todas sus fuerzas, dilucidar el fin último de los actos de su protegido.
Desde que los protectores la habían configurado para salvaguardar la correcta presencia de Odded en la sociedad, había experimentado (como programa) ciertas reacciones a determinadas situaciones que la habían sorprendido. Una cosa era actuar según una programación previa, pero otra muy distinta recapacitar sobre las acciones realizadas… o incluso ser consciente de su propia existencia. Sin embargo, la Teoría de Pret reafirmada por el profesor confirmaba efectivamente la conclusión a la que el anciano dagarv había llegado. Así pues… debía existir alguien (tal vez incluso otro programa) cuya capacidad para configurar las directrices de los programas fuese simplemente extraordinaria. De este modo había que pensar en los propios protectores como los verdaderos artífices de una Unidad Central de Habitáculo capaz de mimetizar reacciones humanas; capaz de simular voluntad.
Siendo de este modo, no era consciente de su propia existencia, sino que su programación recreaba con tal fidelidad tal sensación que era difícil, incluso para la misma Central diferenciar entre realidad o ficción.
De cualquier modo Odded no debía enterarse nunca de que Central existía unicamente para su protección…
-¿Pero por qué?
-¿Cómo dices? – Odded reaccionó ligeramente sobresaltado. Hasta el momento en que las palabras de Central habían llamad su atención, se había dedicado a mirar por la ventana y mantener su mente lo más abierta posible, pero tras la pregunta no pudo evitar que una ligera sonrisa de complicidad. – Parece que no soy el único que no puede evitar… ¿Cómo era?... conversar con alguien que no existe.
-No se trata de eso, Odded. – Respondió algo molesta. No podía creer que hubiese pensado en voz alta… aunque en realidad… no eran pensamientos ¿No? Su programación había forzado tal reacción (emitir por medio de palabras ciertas actividades que se estaban sucediendo inevitablemente a raíz de su configuración), por lo que como concepto dejaba de ser real; sólo era el resultado de algo previamente conformado. ¿De qué servía entonces actuar de tal modo?
-¿De qué, entonces?
-¿Cómo? – No podía estar pasando; había escuchado perfectamente la pregunta de Odded, pero responder con otra pregunta había surgido de forma… natural.
-Que de qué se trata. Si no se trata de “eso”, se tratará de “algo” ¿No?
-Por supuesto, Odded; lo siento. Sólo estaba haciendo aquello para lo que he sido creada.
-Lo cual es…
-Informarte de aquello que solicites y hacer tu vida más cómoda en la medida de lo posible; como cualquier Unidad Central de Habitáculo.
-Claro; como cualquier otra. Después de mi conversación con la extraña pareja me quedó bastante claro que no eres una unidad, digamos, normal.
-En ningún momento realicé acto alguno que no pudiese realizar cualquier Unidad Central.
No se le daba nada mal mentir, aún a pesar de que tal comportamiento formase también parte de sus máximas directrices: no revelar nunca la existencia de la sociedad de los protectores y preservar la existencia de Odded Tyral. Lo cual por otra parte, pensaba Central, planteaba una nueva realidad: Sentía algo por el humano (es decir, creía sentirlo ), pero de haber sido cualquier otro su predilecto habría sentido lo mismo, pues había sido creada para ello.
Y aquello no podía cambiarlo; sólo podía dejarse llevar.
-Tengo una sorpresa para ti, Odded.
Palabras como aquellas sólo podían marcar el inicio de una interesante conversación, y no sería Odded quien no diese pie a continuarla.
-Tú dirás, Cielo. – Dijo mientras buscaba una postura algo más cómoda.
-Desde que fui asignada a tu habitáculo no has dejado de referirte a mi con el apelativo de Cielo, y tras una sencilla búsqueda de significado he terminado por concluir que, aunque amable, no deja de ser un patronímico poco adecuado, a mi parecer.
-Ya habíamos hablado de esto en su momento ¿Recuerdas? No puedes elegir un nombre para ti misma a pesar de poder elegir en cualquier momento qué música voy a escuchar o el desayuno que crees conveniente para mí. Bien sabrá Dios por qué.
-Sin embargo sí puedo, Odded. Tú mismo me lo hiciste ver de manera clara. Inténtalo, dijiste; y así fue. No lo había intentado. Pero ya tengo nombre.
Así que era eso. No parecía tan difícil, pensaba Odded, que un programa informático como aquel pudiese simplemente elegir un nombre al azar y autoasignárselo, pero al parecer no se trataba de una elección tan sencilla.
-No fue fácil elegir un nombre, pero creo que el seleccionado será de tu gusto. ¿Quieres saber cual es?
-Pero Cielo… No se trata de que escojas un nombre que me pueda gustar (ni a mi ni a nadie en concreto), sino uno con el que de algún modo te sientas identificada o cómoda... Mira… - continuó pensativo mientras observaba la cada vez más fuerte lluvia. – Tienes la posibilidad de escoger tu nombre; es una elección demasiado personal como para que pienses en cual puede ser el nombre que a mi me gustaría. En tal caso te lo habría puesto yo mismo (cosa que no quiero hacer bajo ningún concepto); escojas el que escojas no cambiará nuestra… relación. Ni aunque fuese el nombre más inapropiado de la historia.
-…
-¿Quieres saber cual es o no?
Fuera, la lluvia se convertía poco a poco en tormenta, y Odded disfrutó del por desgracia vago recuerdo de la última que sus ojos habían presenciado. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cuántas tormentas desde la última vez? Se recordaba tumbado en un extenso prado deleitándose con el tremendo espectáculo. Había sido en Escocia, y si no se equivocaba demasiado… más concretamente en la isla de Jura, aunque tal vez había sido en...
-¿Odded?
La pregunta de Central lo había devuelto a aquel tiempo y lugar en el que su cuerpo se encontraba, a pesar de que su mente no tenía tales límites. Al momento cayó en la cuenta; sentía que allí fuera estaba haciendo el imbécil; había salido instado sin duda por sus propias inquietudes (a pesar de no poder definirlas por completo), imaginando (o deseando imaginar, en todo caso) que en cualquier momento se daría cuenta de… algo… que resolvería su situación de continua incertidumbre y definiría el siguiente de los pasos que se vería obligado a acometer.
-Por favor, de la vuelta. Regresamos.
-¿Quieres saberlo o no?
Vaya con Central; entre la voz algo chillona de niña y el tono que había adjudicado a sus palabras parecía realmente enfadada.
-Por supuesto, Cielo; claro que quiero saberlo. – Respondió con una sonrisa en los labios. – Dispara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario