lunes, 16 de marzo de 2009

Capítulo 43

-Anceps imago-

(Hombre de dos caras)

(Segunda parte)


Las luces del habitáculo comenzaron a iluminar poco a poco la totalidad del espacio, hasta llegar a una intensidad que de ningún modo molestaría a la todavía dormida Loreen. Desde una de las salidas habilitadas, un pequeño droide tubular servía en el más absoluto silencio un tibio vaso de leche de daraniso acompañado de dos piezas de fruta, al tiempo que una agradable y familiar melodía comenzaba a sonar. Loreen, muy despacio, cambió ligeramente de postura y abrió sus cansados, húmedos y todavía doloridos párpados sin saber muy bien dónde se encontraba.

-Buenos días, Loreen. – Dijo Lucy en el más cálido de los tonos y con la más suave de las voces que poseían sus incontables registros. - Me he tomado la libertad de prepararte la bebida más aconsejable para tu estado. La tienes en la mesa de tu derecha.

Precisamente en aquellos instantes llegaba hasta ella el dulce aroma de la leche, lo que terminó por provocar (quién sabe por qué relación de ideas pero en gran medida debido sin duda al tremendo cansancio y a la insoportable decepción que la inundaba) que Loreen comenzase a llorar de nuevo.

Como había hecho durante la mayor parte de la mañana.

Había estado prácticamente toda la noche en la sala de representaciones holográficas, configurando con sumo cuidado y con la inestimable ayuda de Lucy todos y cada uno de los sueños que últimamente había padecido; la experiencia, independientemente de las lecturas que había extraido de ellos (por supuesto interpretados por Lucy, quien se encargó de cotejar las representaciones con la totalidad de los estudios existentes al respecto), había sido sencillamente espectacular: según las consultas que habían realizado a la base de datos confederada, los sueños de Loreen no transcurrían en lugares ficticios, sino que, a excepción de una o dos ubicaciones en las que mantenían ciertas dudas en cuanto a su posible identificación y localización, todos los demás lugares tenían nombre propio: Había caminado por la árida superficie del planeta Goda, entre los plomizos árboles de los bosques del satélite Adaroth, sobre los rojos y fríos océanos de la luna de Valaj y a través de los yermos campos de la Tierra. En cada uno de aquellos lugares todos los sentidos indicaban la mayor de las desolaciones mostrando un vasto espacio carente de substancia alguna, hasta que de repente la vida como maravilloso concepto en su máximo esplendor comenzaba a inundar con terrible y desbocada furia todo el espacio circundante a excepción de aquel que ella misma ocupaba. Entonces, en todos las ocasiones y del mismo modo, cercano el final del sueño, cuando el imponente terror y la desmedida desesperación la absorbían por completo haciendo de ella no más que un enfermizo pedazo de ser vivo, aquel extraño se acercaba a ella alcanzando a conseguir de alguna manera que la expansión vital que se sucedía a su alrededor también la inundase para así salvarla de la más horrible de las muertes.

O tal vez, podría llegar a interpretarse, los salvaba a todos precisamente de ella misma.

No podía estar segura de qué lectura sería la correcta, pero si podía atreverse a defender una verdad fija e inmutable, era precisamente que nunca en su vida olvidaría la imagen de aquel dios-hombre salvador, sostén desde entonces de su cada vez más frágil mente; aquel que la salvaría de todos los males y se convertiría por seguro (a pesar de no existir en realidad y ser únicamente una intangible huella de su onírica imaginación) en el mejor de sus apoyos. Sus ojos desprendían una luz tan cálida y afable, su mirada era tan amistosa y comprensiva, su presencia tan… dominante y avasalladora, su mano tendida tan esperanzadora… que el simple recuerdo de su efigie, además tan vivo y sentido como el que ella mantenía en lo más profundo de su percepción, podía ser capaz de calmar el peor de los males; capaz de subsistir a la mayor de las desgracias que la más retorcida de las mentes pudiese al fin imaginar.

Tal recuerdo logró por fin que Loreen dejase de llorar, y entre los últimos estertores de su llanto alcanzó a preguntar candorosamente de nuevo al mismo aire por el nombre del desconocido.

Poco a poco fue calmándose (muy poco a poco), y algo más tranquila bebió un largo sorbo del vaso de leche que Lucy había tenido a bien en preparar para ella.

-Gracias, Lu. – Logró decir a duras penas. – Lo necesitaba; y no sabía cuanto.

-¿Puedo hacer algo más por ti?

Buscó con la mirada la pantalla del habitáculo de descanso para comprobar la hora del día en la que se encontraba; las trece horas y veintitrés minutos.

-No… - Respondió. - salvo apagar las luces, por favor.

Ya algo incorporada en el cómodo y amplio lecho y secando las últimas lágrimas derramadas decidió que tampoco esa tarde iría a la Sección de Almacenamiento de Datos; posiblemente ni siquiera al día siguiente acudiría al trabajo, pues lo que menos necesitaba era encontrarse con Glodar después de lo sucedido el día anterior.

Temblando ligeramente a causa del nerviosismo y la impotencia mientras una nueva lágrima asomaba de entre sus párpados, se esforzó enérgicamente en pensar y representar de nuevo en su cabeza al desconocido de sus sueños. De tal modo intentaría alejar los pensamientos sobre Glodar que tanto la podían hacer sufrir; que tanto la estaban haciendo sufrir, de hecho.

Poco después de dar por terminadas las representaciones holográficas de los sueños, Loreen había regresado a su habitáculo residencial exhausta, incomodada y sofocada pero más despierta que nunca. ¿Cómo dormir cuando se había presentado ante ella más real que nunca su protector?

Su protector…

Aquella era precisamente una de las cosas que más le hacían recapacitar. ¿Merecía ella poseer a alguien que la protegiera aunque sólo existiese en sus sueños?

Ya dentro de su residencia y con la placa del sistema central de habitáculo acoplada a su habitual soporte fijo, hizo preparar una bebida relajante para afrontar de una vez el asunto concerniente a Glodar y la petición de datos sobre Richard Friedkin; su padre.

Desde que se había encontrado con él en la puerta de su residencia y tras haberlo dejado solo para dirigirse a la sala de hologramas, no había vuelto a pensar en él. Su registro de vida continuaba almacenado en el periférico de comunicaciones, por lo que tras conectar uno de los cables en la salida correspondiente de la pantalla principal de su residencia procedió a la descarga del archivo a través de Lucy. Al momento la información era mostrada y la bebida relajante bajaba por su garganta aportándole un poco del calor corporal que tanto necesitaba.

Un rápido cuando breve vistazo no había mostrado ninguna irregularidad en el registro. ¿Qué pensaba encontrar? Cualquier error que ella pudiese hallar en el registro de vida de Glodar lo habría encontrado cantes cualquier otra persona (cuanto más la propia Confederación).

Sin embargo, ella misma admitía y explicaba para sus adentros que aquello lo hacía por la misma razón por la que Glodar había curioseado en los estudios de su padre sin haberle comentado nada al respecto. Seguía sin ocurrírsele ninguna razón por la que quedase justificado el silencio en aquella situación.

Podían ser suposiciones suyas pero a partir del hallazgo de la petición de información y la decepción que había sentido, era como… como si ciertos aspectos hasta el momento por completo irrelevantes cobrasen de repente mayor trascendencia; detalles como ciertas expresiones que había visto en Glodar sin que este reparase en ello; despertar en mitad de la noche para descubrir a Glodar trabajando desde su residencia mediante un acceso a la Sección de Almacenamiento de Datos, alegando adelantar trabajo de análisis para el día siguiente; tonterías en su momento, al fin y a cabo (o así lo había visto ella), y que, por otra parte, podría estar dramatizando en cuanto a la concesión por su parte de tanta importancia.

Estaba echa un lío, por lo que decidió incorporarse definitivamente (tras librar una terrible lucha con los enormes deseos que sentía de enterrarse bajo las sábanas), ponerse algo de ropa y prepararse mentalmente para volver a analizar toda la situación e intentar aclarar sus ideas; sobre todo para verse capaz de atribuir una conclusión lógica para todo aquello.

-Lucy. – Dijo mientras se sentaba en el módulo de descanso de la sala principal de la residencia. – Vuelve a mostrar las actividades de Glodar desde la Sección de Almacenamiento de Datos. Protocolo de permiso B34. Identificación treinta y dos cero cero seis cuatro D/RF – 23: Loreen Friedkin.

-Por supuesto, Loreen. Estoy procesando la petición. ¿Deseas comer algo?

-No; gracias Lucy. Avísame cuando te concedan el permiso. Mientras tanto, se me ocurre… Muéstrame en la pantalla siete las actividades de Glodar relacionadas con la Sección desde cualquier otro lugar a excepción de las efectuadas desde mi residencia; tales actividades las mostrarás en la pantalla seis.

-Por supuesto, Loreen. El permiso B34 ha sido concedido. Los resultados se mostrarán dentro de cinco segundos en la pantalla principal. La pantalla siete también muestra en estos momentos tus requerimientos.

-…

-La pantalla seis muestra los resultados de la búsqueda. ¿Algo más, Loreen?

-No, Lucy. Dame un momento… - Susurró mientras se esforzaba en pensar con claridad. - En la pantalla principal quiero que concretes la búsqueda en las actividades realizadas desde hace dos semanas. La pantalla siete… veamos… distribúyelas por tipología de contenido. La pantalla seis… - ¿Había hecho la noche anterior aquella búsqueda? Tal vez estaba demasiado cansada. - ¿Qué hay de la información de la pantalla seis, Lucy?

-La información disponible se muestra en pantalla.

-Lucy… No se contempla la información de tales actividades.

Volvió a observar las demás pantallas: la principal mostraba unos tiempos de trabajo normales (bastante eficientes, en todo caso, para un prácticamente recien llegado a la Sección de Almacenamiento de Datos), mientras que la pantalla siete, situada al lado del cómodo módulo en el que ella se encontraba sentada, mostraba las escasas entradas en la Sección que Glodar había realizado fuera de horas de trabajo. Pocas y normales en cuanto a tiempos y contenidos; en apenas un par de minutos las había revisado todas, y ninguna de ellas mostraba nada irregular.

-Vuelve a realizar la búsqueda requerida para la pantalla seis, por favor. Cotéjala con tus propios registros de actividad. Cierra la pantalla siete.

-Por supuesto, Loreen. La información disponible se muestra en pantalla.

En efecto se exponía una nueva búsqueda pero no revelaba, de nuevo, ni tiempos de conexión ni información alguna sobre las actividades realizadas, cuando Loreen estaba completamente segura de que al menos en una ocasión, unos cuatro días antes, se había despertado en plena noche y había visto a Glodar trabajar desde la sala principal; él mismo le había dicho (tras cortar enseguida la conexión, izarla en brazos y llevarla de nuevo al lecho empapándola de cariño) que había estado adelantando trabajo mientras ella dormía.

-Lucy. – Dijo Loreen mientras intentaba recordar la fecha de aquella noche en concreto. – Muéstrame en la pantalla seis tus registros de actividad desde hace cinco días. En la pantalla siete quiero ver las todas las conexiones realizadas desde esta residencia; distribúyelas por contenidos y muestra en la cabecera el destino de las conexiones.

-Por supuesto, Loreen.

Con las pantallas revelando las búsquedas requeridas Loreen hizo memoria para ubicar la supuesta conexión de Glodar con la Sección en la madrugada de cuatro días antes, pero lo único que encontró fue una conexión, efectivamente establecida con la Sección de Almacenamiento de Datos, aunque realizada por ella misma.

¿Cómo era posible?

Lo mismo sucedía con la mayoría de los demás enlaces con la Sección; habían sido realizadas a su nombre y no mostraban el contenido de las conexiones.

Existían además ciertas coincidencias entre los tiempos de acceso a la Sección desde su residencia y las actividades de Lucy en aquellos mismos instantes; coincidencias que lo único que conseguían por el momento era aturdir todavía más la mente de Loreen. ¿Qué significaba todo aquello?

-Muestra en pantalla los resultados de la misma búsqueda reducida a las últimas doce ocasiones en las que Glodar estuvo aquí.

-Por supuesto, Loreen. La información será filtrada de inmediato.

Y allí aparecía: cada vez que se había solicitado el acceso a la datored confederada desde su residencia, e incluso cada vez que se había abierto una conexión con la Sección, el registro de actividades de Lucy se mostraba como inoperativo.

-Lucy... – Dejó escapar Loreen sin despegar su mirada de la pantalla.

-¿Si, Loreen?

-Quiero que analices detenidamente la información que me muestras en pantalla. ¿Por qué te desactivabas cada vez que se establecía una conexión con la Sección?

La pregunta de Loreen quedó sin respuesta durante varios segundos, y tal silencio únicamente se rompió para recibir un simple, sencillo y repetitivo “No lo se”.

No tenía ni idea de lo que todo aquello podía significar, pero lamentablemente estaba quedando más que patente que era algo mucho más grande de lo que podría digerir ella sola. Esa era otra.

¿Con quién más que con Lucy podría compartir este hallazgo?

-Todavía no es un hallazgo; todavía no. – Se repetía Loreen una y otra vez. Aquello tendría que haber sido sólo una rabieta… sólo un enfado que acabaría desapareciendo tras comprobar que todo estaba bien en su registro… es decir… en general.

Mentalmente comenzó a repasar el transcurso de los días en los que supuestamente se habían realizado conexiones con la Sección; todos eran similares cuando no iguales: durante el día ambos habían estado en sus puestos de trabajo y las noches las habían pasado juntos. Las conexiones aparecían abiertas aproximadamente unas tres horas antes de que se despertasen y todas a su nombre…

-Loreen; - interrumpió Lucy. - tienes visita. Es Glodar.

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