domingo, 12 de abril de 2009

Capítulo 45

-Anceps imago-

(Hombre de dos caras)

(Tercera parte)


-Loreen; tienes visita. Es Glodar.

-Glodar…

Las palabras de Lucy tardaron todavía un par de minutos antes de ser asimiladas por completo, pero cuando Loreen fue plenamente consciente de que efectivamente era Glodar quien estaba tras la puerta de acceso a su residencia, se mantuvo absolutamete en silencio y sin realizar movimiento alguno; casi incluso sin respirar.

¡Qué tontería!, pensó al instante. ¿Por qué estaba de repente tan nerviosa? Lo más inteligente sería hacerle pasar y exigirle explicaciones acerca de lo que había encontrado, incluso llegando a asimilar de una vez por todas el papel de máxima responsable de la Sección 23 de Almacenamiento de Datos de la Confederación: si no escuchaba una explicación mínimamente coherente, el puesto de trabajo de Glodar sería a partir de entonces ocupado por algún otro. De echo, como mínimo propondría su traslado inmediato a un puesto de menor responsabilidad, menores ingresos y en la peor de las zonas de trabajo. Exacto: eso es lo que haría.

Pero inevitablemente una pregunta se aferraba con fuerza a sus pensamientos… ¿Seria realmente capaz de hacerlo? Es decir… ¿Sería capaz de alejarse de aquel a quien tanto amaba? ¿De deshacerse de él por una tontería como aquella? Con toda seguridad existía una explicación lo suficientemente lógica…

-Loreen. ¿Quieres que le permita el acceso?

Por supuesto; pues claro que le haría pasar, pero sólo para exigirle explicaciones; tendría que ser lo suficientemente fuerte como para mirarle directamente a los ojos y preguntarle por sus actos para luego revelarle los suyos: Glodar dejaría la Sección aquella misma tarde.

Por toda respuesta a la pregunta del Sistema Central del Habitáculo, Loreen se levantó enérgicamente del módulo de descanso y se dirigió con firmeza hacia la compuerta de acceso principal; también con decisión pulsó el interruptor de abertura manual y del mismo modo comenzó su discurso; pero casi sin tiempo para poder empezar a reclamar las explicaciones que en realidad tanto necesitaba escuchar, dos de los fibrosos brazos de Glodar la agarraron con titánica fuerza por los hombros mientras con los otros le tapaba la boca y oprimía una pequeña pirámide de metal negro y base triangular. Mientras volvía a cerrar la compuerta mediante el conmutador manual golpeó con tanta violencia el rostro de Loreen que la lanzó contra la pared para finalmente detener su caida contra el duro suelo de la entrada.

-¡¿De verdad crees que soy tan imbécil?! – Gritó con el rostro desencajado por la ira. - ¡¿Crees que no se lo que te propones?!

Una sorprendida y aterrorizada Loreen intentó arrastrarse tremendamente aturdida hacia el habitáculo de descanso, pero no tuvo tiempo más que para recorrer una pequeña distancia antes de recibir una violenta patada en el costado que la hizo gritar de dolor; apenas podía respirar.

Glodar observó durante varios segundos las pantallas que permanecían activadas en el habitáculo para simplemente terminar por desactivarlas manualmente con una ligera expresión de menosprecio en su rostro. La figura piramidal con la que alegremente jugueteaba entre sus manos pasaba en aquellos momentos a uno de los bolsillos de su abrigo.

-¡Lucy! – Consiguió decir Loreen al tiempo que veía horrorizada cómo brotaba sangre de entre sus lacerados labios. - ¡Avisa a seguridad, por favor… - Gritó entre llantos; aquello no podía estar pasando. - ¡¡Lucy!!

-No te esfuerces, cariño. Lucy no puede escucharte… y en breve dejará de existir. – Dijo divertido mientras activaba una pequeña y pesada placa oscura que extrajo de su abrigo, similar a la de un sistema central de habitáculo. Al momento se dirigió hacia la base fija donde descansaba la placa de Lucy y acopló encima la que hasta entonces había descansado entre sus manos. Tras dejar pasar varios segundos y comprobar la rápida sucesión de pilotos luminosos que informaban del éxito del acoplamiento, Glodar lanzó una pregunta al aire.

-Zett. ¿Estás conectado?

-...

-Por supuesto, Glodar.

-Bien. Escanea el sistema parasitado. Quiero que emitas señales clonadas del antiguo sistema; debes conseguir que todo sea… - y pensativo miró de nuevo a Loreen. – Más bien… que parezca normal. Por qué en realidad no lo es. ¿Verdad, cariño?

A las distraídas palabras de Glodar sobrevino un tremendamente violento y seco golpe que le destrozó la muñeca y provocó un grito sin sonido salido de lo más profundo de su ser.

Con los ojos entreabiertos pero casi inútiles debido a la sangre que los empapaba intentó mirar hacia el rostro de Glodar. ¿Por qué? ¡¿Por qué?!, se preguntaba. El dolor que sentía apenas le permitía concentrarse en nada más que seguir arrastrándose para intentar alcanzar la puerta del habitáculo de descanso; un poco más, se animaba; un poco más.

Pero Glodar nunca la dejaría llegar. Estaba jugueteando con ella, sin golpearla con tanta fuerza como las primeras veces pero si lo suficientemente fuerte como para que Loreen deshechase plantearse cualquier cosa que no fuese quedarse tirada en el suelo sin moverse e intentar protegerse de los golpes.

-Tenías que haber sido tú. – Comenzó a decir Glodar mientras paseaba nervioso por el habitáculo principal. - No podía haber sido cualquier otro de nuestros compañeros; no. Tenías que haber sido tú; precisamente la persona que menos hubiese querido que lo descubriese.

-Glodar. El sistema está escaneado y la situación bajo control. – Interrumpió la desagradable cuando grave voz del sistema parasitario. - Es innecesario el anulador.

-Perfecto, Zett. Asegúrate de que todo siga así; y sobre todo asegúrate de que lo que aquí suceda quede entre nosotros tres. Por cierto… ¿Está todo listo para activar los chivatos?

-Por supuesto, Glodar.

-Fantástico. Ahora veamos: - Añadió dirigiéndose de nuevo a Loreen, quien estaba ya a apenas un par de metros del habitáculo de descanso. – Me gustaría que me revelases de una vez por todas dónde está tu padre.

La mirada de sorpresa de Loreen no podía ser más descriptiva. ¿Se trataba de eso? ¿De su padre? ¿Por qué?

Desesperadamente y con las escasas fuerzas que todavía le quedaban, Loreen intentó alcanzar la que creía podría ser suficiente protección del habitáculo de descanso. Sólo necesitaba que Glodar se despistase durante un poco; sólo un poco y lo conseguiría. Ya casi estaba. Solamente un par de metros más y podría encerrarse para esperar ayuda.

-Nos irá mejor a todos si dejas de comportarte como la malcriada y caprichosa niña que en realidad eres. – En apenas un par de pasos se adelantó a Loreen y cerró la puerta del habitáculo de descanso. – Es mejor que respondas; mírame. Por favor…

Aquellos ojos que apenas era capaz de vislumbrar volvían a ser los del adorable y fascinante Glodar; el mismo que ella había conocido y del que había llegado a enamorarse tan profundamente. ¿Cómo podía ser cierto? ¿Cómo podía cambiar tan profundamente la expresión de alguien?

-¿Vas a ayudarme? – Preguntó sosteniendo con dulzura el rostro de Loreen entre sus delicadas manos. - ¿Lo harás?

Tal y como había sido entonada aquella pregunta podría ser perfectamente la que se harían dos compañeros; dos muy buenos amigos que podían echarse una mano el uno al otro, o incluso dos enamorados que podían salvar cualquier situación si confiaban ciegamente el uno en el otro. Su mirada, tan tierna y afectiva, logró perturbar todavía más la débil mente de Loreen.

-Cariño. ¿Me ayudarás?

-¿Qué… - Logró decir Loreen. - ¿Qué… quieres?

-Tu padre. – Dijo al instante algo nervioso y bastante desorientado. – Sus estudios. Su hija. Sus conclusiones… Sus resultados. Eres mi última y única esperanza. Estoy cansado de dar vueltas y vueltas a las mismas inútiles pistas que lo único que hacen es envolverme en una maraña de datos sin utilidad alguna. No podemos permitirnos fracasar en esto. ¿No lo entiendes? Demasiadas personas dependen de lo que yo y otros como yo podamos descubrir. La Corporación apenas tiene para uno o dos meses… y la Confederación tal vez seis más; como mucho.

¿De qué estaba hablando? ¿Uno o dos meses para qué? Todo aquello estaba a punto de convertirse en una serie de acontecimientos sin ninguna lógica ni orden alguno. ¡Además tomaban parte en la situación los estudios de su padre! Loreen intentó sacudir levemente la cabeza para intentar despejarse un poco pero el terror que la inundaba no la dejaba moverse en absoluto; ni lo más mínimo Por supuesto no pudo… no supo responder a la pregunta, y mucho menos podía saber qué reacción esperar por parte de Glodar. ¿Su padre? ¡Había desaparecido hacía años! Ni siquiera podía recordar con claridad la última vez que habían estado juntos. ¿Cómo iba a tener relación alguna con sus estudios? No. Loreen nunca podría responder las preguntas de Glodar porque sencillamente no conocía en absoluto las respuestas.

-Zett. – Llamó el linoceta con decisión y poca paciencia.

-¿Sí, Glodar?

-Parece que mi amiga no quiere cooperar. ¿Me harás el favor de configurar los chivatos para que sean recibidos dentro de diez minutos?

-Por supuesto, Glodar. Acaban de ser activados.

Con parsimoniosa lentitud se volvió hacia Loreen. Tras comprobar cómo le mantenía la mirada apenas un par de segundos antes de mirar asustada de nuevo hacia el suelo, la levantó con fuerza y la obligó a sentarse en el cómodo módulo de descanso.

-Mira Loreen… - ¿Estaba empezando a perder la paciencia o la había perdido ya? - …Si en diez minutos no me has dicho lo que deseo oír, será la propia Confederación la encargada de torturarte para atender lo que creerán como cierto. Sólo yo puedo evitar que la información que he preparado para ellos llegue a su destino, y ya oiste a Zett; la información ya se está descodificando y llegará al Servicio de Inteligencia Confederado en menos de diez minutos. Ahora dime: ¿Vas a darme los estudios de tu padre?

-Glodar… yo…

La frase no terminó. No pudo hacerlo debido al pavor que sintió Loreen tras comprobar cómo había cambiado de nuevo la mirada de aquel… de aquel auténtico monstruo.

-Prueba otra vez…

¡No lo sabía! ¡No tenía ni idea de dónde podían estar los estudios de su padre! ¡¿Cómo podría saberlo?! ¡Que buscase en los archivos de la Confederación!

Porque ella… ella no los tenía.

-Glodar…

-¿Si? – Sus rostros estaban casi tan cerca como cuando todavía se besaban.

-¿Vas a matarme? – Preguntó.

Aquella lánguida frase pareció desconcertar un poco a Glodar, quien en seguida se repuso y respondió candorosamente.

-¡No! – Susurró mientras le acariciaba la mejilla. – No, Loreen. No voy a matarte… ¡No sería capaz de hacerlo! Pero esto es muy importante. Por favor; dame lo que quiero.

Ella comenzó a llorar; poco a poco al principio y con temblorosa intensidad después. Mientras Glodar se sentaba a su lado y la cogía cariñosamente entre sus brazos Loreen se dejó llevar por el dolor y la desesperación; por la impotencia y por el miedo.

El miedo a la muerte.

Aquello no podía estar sucediendo.

-¿Glodar?

La desagradable voz de Zett terminó por romper la esperpéntica estampa que se estaba sucediendo. Glodar se separó de Loreen y se levantó. Se deshizo del abrigo (como tantas otras veces había hecho en aquel mismo habitáculo residencial) y comenzó a pasear tranquilamente alrededor del módulo en el que Loreen seguía temblando y llorando.

-¿Si? – Respondió.

-Tenías razón.

-Más vale que te expliques. – Concluyó impaciente. – Te refieres a…

-Tus supuestos al respecto de la búsqueda que estás llevando a cabo. Se encuentra en el habitáculo de descanso. Sobre la ropa, en el suelo. El colgante contiene la información que estabas buscando.

¿Colgante? ¿Qué colgante...

Glodar entró en el habitáculo en el que tantas veces había entrado como amante para hacerlo posiblemente por última vez como asesino. Estaba claro que no podría dejar a Loreen con vida después de haber encontrado la información. ¡Quién lo iba a decir! Un espía de corporativo de tercera llevando a buen término la necesidad más imperiosa de toda la Corporación. Ávidamente buscó el colgante y en seguida lo encontró. Tras enredarlo entre sus manos recordó vagamente haberlo visto en alguna otra ocasión.

-¿Te lo habías puesto en la cena con Drat? – Preguntó realmente interésado desde el habitáculo.

Al poco volvía a compartir espacio con Loreen, sentado de nuevo en el módulo de descanso del habitáculo principal y de nuevo rodeándola con dos de sus brazos

-Zett. ¿Qué es esto? – Preguntó Glodar jugueteando con el collar.

-Un dispositivo corporativo de memoria. El antiguo Sistema Central de este habitáculo nunca podría haberlo descubierto, y la Confederación no rastrea tal tipo de señales por imposibilidad logística además de por no suponer una amenaza tangible. Sin embargo La tecnología corporativa está diseñada para reconocerse; las débiles emisiones captaron mi atención aún entre todos los ruidos existentes a nuestro alrededor.

-Y tu Loreen… ¿Qué dirías que es esto?

La mirada de Loreen no podía separarse de aquella baratija que su padre le había regalado hacía ya tantos años. ¡Era un simple diamante engarzado! ¡Un recuerdo de una niñez algo desamparada! Un vestigio de que una vez hubo alquien que desapareció para no regresar jamás… ¿Qué quería exactamente Glodar que respondiese?

Pero poco importaba lo que ella pudiese contestar; en realidad Glodar no había estado esperando una respuesta por parte de Loreen, por lo que siguió al instante su conversación con su Sistema Central.

-¿Qué contiene?

-Absolutamente todos los estudios publicados y no publicados de Richard Friedkin sobre la generación espontánea/orgánica de energía; su transmisión y conductividad, además de los resultados de pruebas y experimentos al respect…

-...

-¿Zett? – Preguntó Glodar mientras se levantaba nervioso del módulo de descanso. - ¿Zett?

-...

-...

La comunicación se había cortado de repente, pero todavía se podía escuchar, con algo de esfuerzo, un muy ligero zumbido emitido por todos y cada uno de los emisores de sonido de la residencia de Loreen. No podía saberse con seguridad qué había sucedido, pero estaba perfectamente claro que el Sistema de Zett se había encontrado con alguna traba impuesta, casi sin duda (pensaba Glodar) por los protocolos de seguridad de la Confederación.

Pero lo que el linocetasecorípano desconocía y estaba a punto de conocer era que la Confederación no estaba detrás del fallo de su Sistema. Las palabras que escucharon a continuación se encargaron de que tanto Glodar como Loreen, por muy distintos motivos cada uno de ellos, recordasen aquel día con todo detalle para el resto de sus vidas.

-Tu Zett ya no existe. – Se escuchó. - Se lo comió Alcione.

Ambos dirigieron sus miradas hacia la zona desde la que habían llegado aquellas densas palabras. Allí, en el umbral de la compuerta principal del habitáculo, un tenso humano descansaba impávido y sonriente.

Mientras la reacción de Glodar fue avalanzarse de inmediato hacia el minúsculo pero letal disruptor de descargas escondido en uno de los bolsillos de su abrigo, Loreen comprobó cómo todos y cada uno de los músculos de su cuerpo se rendían a la situación y su mente comenzaba a sumirse en la más completa oscuridad, pues la extraordinaria realidad que mostraba cómo sus sueños se manifestaban de tal manera ante ella y en una situación como la que estaba padeciendo, era digna imprenta de la misma locura.

Pero allí estaba él; no cabía ninguna duda. Su Dios-Hombre, su protector, su guardián.

Había llegado.

Para preservarla de todo mal.

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